lunes, 15 de diciembre de 2008

Pijo Moña

Después de muchos años de arduas investigaciones en todos los rincones del salón de mi casa y en los garitos más “cool” de la geografía española; después de entrevistarme con millones y millones de testigos directos de los hechos; después de horas y horas de duro trabajo hoy puedo anunciar, por fin, a todos aquellos que tan generosamente financian mi labor intelectual y el piso que ocupo, que he logrado demostrar una hipótesis que revolucionará la historiografía española de los últimos cien años y acabará por fin con todas las ideas preconcebidas y absurdas que sobre este periodo se tienen, ideas cargadas de prejuicios que supuestos historiadores sin conciencia inculcan sin ningún tipo de escrúpulo en las cabecitas de nuestros inocentes escolares. Toquen, pues, las fanfarrias y resuenen los timbales porque aquí va la tesis más revolucionaria de la Historia en el último milenio: la Guerra Civil Española no existió en realidad; todo ha sido un gran montaje de los rojos masones y de los historiadores marxistoides-leninistoides para echar basura sobre el mayor período de paz y prosperidad que se ha extendido sobre nuestro país desde la época de los Reyes Católicos.
Dicen estos izquierdistas resentidos que el ínclito General del Glorioso Ejército Español Su Excelencia Don Francisco Franco Bahamonde subió al poder después de un golpe de Estado y una guerra de tres años y del terror planificado y el exterminio físico sistemático de sus enemigos políticos. ¡Mentira!, sólo podemos gritar indignados ante estas ignominias. El General Franco descendió de los Cielos montado en un caballo blanco y bañado en una luz divina como transubstanciación y reencarnación de nuestra amada Madre de la Patria Isabel la Católica, enviado por Dios Nuestro Señor para poner orden en la España de los comunistas, los anarquistas, los socialistas, los revolucionarios, los masones, los judíos, los republicanos y todos los demás. Y qué equivocados están todos los que dicen que los encarceló, los torturó y los asesinó. Puedo demostrar (como he demostrado los hechos anteriores) que todos ellos se convirtieron al ver la beatífica figura de nuestro Caudillo Salvador descendiendo de los cielos y decidieron en masa ingresar en un monasterio, donde vivieron en la paz del señor hasta que terminaros sus días dulcísimanente y hoy yacen enterrados bajo sus muros. Y es ahí donde debe buscarles el señor Garzón, y no decir que están desaparecidos y sepultados en fosas comunes, algo falso de todo punto como acabo de probar sin ningún género de duda.
Dicen también estos amargados que Azaña, que era uno que dicen que mandaba por aquella época -pero todos sabemos que es mentira, porque en España ya se ha demostrado hasta la saciedad que mandaban los rusos- tuvo que exiliarse y murió en Francia. Falso también. Azaña está en los Infiernos porque el mismo día que nuestro Victorioso Líder advino, el demonio apareció en su despacho y le arrastró con él al Averno -donde ahora paga eternamente por sus culpas- para que su fea cara llena de verrugas no pudiera oscurecer ni por un momento la claridad iridiscente de nuestro Redentor.
Después de cuarenta años de paz y progreso sin parangón, donde todos los españoles fueron felices como en ningún otro momento de nuestra historia, donde la alegría tan típicamente española reinaba por doquier y nadie pasaba necesidades, hambre o frío y cualquiera podía expresar su opinión libremente y todos eran ricos y cresos, el propio Dios Nuestro Señor descendió un día del cielo para transportar personalmente entre sus brazos a nuestro Guía Espiritual que ya había cumplido con su misión y lo había dejado todo atado y bien atado. Pero como somos así de desagradecidos nos empeñamos en votar –algo que no necesitábamos para nada- y al final, votando, votando, votamos al rojazo de ZP, así que no tardará en advenir por segunda vez para que todos podamos gozar de su infinita gloria y misericordia.
Por supuesto que ahora todos esos que dicen que son historiadores tan sólo porque tienen títulos universitarios y leen libros se me echarán encima y desprestigiarán mis tesis y mi trabajo, recogido en los libros que escribo al ritmo de uno cada doce horas y que se pueden encontrar en las estanterías del El Corte Inglés. Pero no me importa porque yo tengo razón y todos mis amigos me lo dicen.
Pijo Moña.
Megahistoriador

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