viernes, 13 de marzo de 2009

Esperanza Aguirre o la esencia de la dictadura

Si quien comete un delito se investiga a sí mismo lo más probable es que en diez minutos decida que es inocente y, de consiguiente, que las acusaciones contra él han sido malévolamente inventadas. Esto lo sabe cualquier póngido descerebrado. No se entiende, entonces, el porqué del crujir de huesos y el rechinar de dientes cuando una comisión de investigación del PP, formada en un parlamento dominado por el PP, en un gobierno del PP decide que las supuestas irregularidades del PP no son tales. En realidad, decide que no es necesario siquiera investigarlas. ¿Acaso alguien esperaba lo contrario?.
Las actuaciones políticas del gobierno regional (y no se olvide lo de “regional”) de Esperanza Aguirre y Gil de Biedma rebasan todo lo que cualquier ser razonable puede tolerar. Ya no es sólo el continuo insulto a la inteligencia que suponen sus mentiras (para que se insulte a la inteligencia de alguien al menos debe tenerla), es algo mucho más básico: la subversión de toda legalidad y legitimidad democráticas. Hace mucho tiempo que Esperanza Aguirre y Gil de Biedma decidió que en Madrid mandaba ella –la base de todo sistema democrático, recogida en la Constitución, es que el poder reside en el pueblo- y podía hacer por lo tanto lo que le viniera en gana. Así, en Madrid, durante el mandato de Esperanza Aguirre y Gil de Biedma se han conculcado los fundamentos del Estado de Derecho, se ha destruido todo el tejido social y público, se ha puesto a todos los madrileños al margen de la Ley al desobedecer sistemáticamente las normas emanadas del Parlamento y del Gobierno nacionales, se ha enriquecido a los amigos y defenestrado a los enemigos. Esperanza Aguirre y Gil de Biedma, en suma, se ha comportado como lo haría cualquier tirano al uso.
La Ciencia Política enseña y la Historia demuestra que ganar unas elecciones no es garantía de democracia. Si un dirigente rompe con la legalidad del Estado –que no es él, mal que les pese a Luis XIV y a Esperanza Aguirre y Gil de Biedma- automáticamente pierde su legitimidad, pues ésta viene otorgada por la legalidad que se está transgrediendo. Y esto es lo que ha hecho el gobierno de Esperanza Aguirre y Gil de Biedma. Se ha transformado, gracias a su comportamiento político, en un régimen ilegal e ilegítimo que cada vez más se acerca peligrosamente a la esencia de una dictadura, controlando todos los resortes del poder. En la Comunidad de Madrid ya no existe distinción entre los poderes legislativo y ejecutivo, parlamento y gobierno, pues el segundo ha convertido al primero en una marioneta de sus dictados. Y tampoco es posible hablar de una independencia real del poder judicial. Cuando el presidente del Tribunal Superior de Justicia de Madrid ha sido nombrado directamente por Esperanza Aguirre y Gil de Biedma, cuando los jueces madrileños –ya sea por afinidad, ya por miedo- actúan de consuno con las decisiones políticas de Esperanza Aguirre y Gil de Biedma y sus voceros (véase un caso tan sintomático como el del ácido bórico) resulta irónico, no sólo hablar de independencia judicial, sino acusar a otros jueces de no ser independientes. En estas circunstancias no es de extrañar su insistencia en que el juez Garzón se inhibiera en la investigación de la trama de corrupción del PP a favor de los tribunales madrileños: sabe de sobra que resultarán inocentes como niños.
El que un gobierno espíe a miembros de su propio partido significa que es capaz de espiar a cualquier ciudadano. Y no sólo de espiarle, porque nadie espía porque sí. Esto nos convierte a todos en sus víctimas potenciales –si no ya actuales-. La impunidad que supone el hecho de que el poder judicial esté preso –por unos u otros motivos- de Esperanza Aguirre y Gil de Biedma y su gobierno nos deja además indefensos ante sus prácticas totalitarias. Que se lo pregunten si no al doctor Luis Montes al que se le destrozó la vida y ni siquiera una sentencia judicial a su favor –sorprendente, por otro lado- ha servido para que Esperanza y Gil de Biedma y sus compinches de toda laya se la restituyan.
Dijo Marx que la historia siempre se repite dos veces, una como tragedia y otra como comedia. Si Esperanza Aguirre y Gil de Biedma tuviera un bigotito y se llamara Adolfo estaríamos ante la repetición cómica de la historia. Cómica, si, pero no por eso menos preocupante.

1 comentario:

Diego Fernández Magdaleno dijo...

Contemplo atónito la situación política de la Comunidad de Madrid y comparto la descripción que hace en su texto.
Saludos,

Diego