viernes, 11 de diciembre de 2009

Aminetu

 Según el señor Rodríguez Zapatero secuestrar a una persona, meterla en un avión y expulsarla de su país es legal. Según yo lo veo, un gobierno que se escuda en justificaciones y excusas para no cumplir con su deber cuando está en juego la vida de una persona es un gobierno despreciable. Más allá de cualquier otra consideración estamos ante una cuestión moral radical: la defensa de los Derechos Humanos más básicos. Y un país que no ve más allá de sus narices y no se da cuenta de esto se merece un gobierno tan miserable como el que tiene.
 Ahora bien, tampoco hay que cargar todas las tintas contra el gobierno. El problema del Sahara es una de las muchas herencias que aún nos quedan del franquismo (qué razón tenía el dictador cuando dijo que lo dejaba todo y atado y bien atado). Un régimen débil y agonizante regaló a Marruecos un territorio entero, con sus minas de fosfatos y sus habitantes, que cayeron sin que nadie les consultara en las cámaras de tortura de Hassan II, primero y de Mohamed VI, después y que se vieron confinados a vivir detrás de un muro en medio del desierto, uno de los muchos muros de la vergüenza que todavía existen y de los que nadie se acuerda cuando se celebra la caída de otros. Un regalo que aún no se sabe muy bien si tenía como objetivo satisfacer los intereses comerciales y económicos de la caterva de Franco, devolver los servicios prestados a los psicópatas marroquíes que tan bien le sirvieron durante la guerra civil o las dos cosas.
 En cualquier caso el gobierno español ha mostrado un absoluto desprecio por los derechos más elementales de Aminetu Haidar y del pueblo al que representa. Tanto, al menos, como el que lleva durante años demostrando la tiranía marroquí. Dice el gobierno que ha hecho todo lo posible acariciando el lomo de Mohamed VI. En realidad lo único que ha hecho ha sido pretender arrebatar a la señora Haidar el único derecho que todavía le queda: el de declararse en huelga de hambre. A lo mejor si se hubieran cerrado los pasos fronterizos de Ceuta y Melilla hubiera cambiado algo o si se le hubieran apretado un poco las clavijas al sátrapa de Rabat. No lo sabemos porque ni siquiera se ha intentado. Volvemos al principio, sobre cuestiones morales radicales no se discute: se exigen y punto. De la misma forma que no se negocia con terroristas tampoco se negocia con Estados terroristas. Y si ahora resulta que el Rey no puede intervenir siendo el amigo del alma de Mohamed VI entonces no se ve muy bien para qué sirve la Monarquía ni su cabeza, a no ser para darnos la tabarra el día de Nochebuena. Ya sospechábamos que los Derechos Humanos terminan en los aeropuertos, pero ahora tenemos la seguridad absoluta: los derechos Humanos están enterrados en una sala de espera del aeropuerto de Lanzarote.
 Está equivocado de todas formas quien piense que esta es una actitud exclusiva del gobierno del PSOE. El PP ya ofreció su solución al problema: aplicar a Aminetu Haidar la ley de extranjería y expulsarla hacia la muerte en una prisión marroquí. Al fin y al cabo es un problema y hay que solucionarlo, como lo solucionó Aznar drogando a un montón de subsaharianos, encadenándolos en un avión y enviándoles a algún lugar de África, daba igual cual, pues al fin y al cabo eran negros y todos los negros viven en África. Y todos los monos, ¿o no?. La UE, por su parte, exige a España que busque una salida al problema a la vez que permite a Marruecos vender libremente sus cítricos en Europa. La ONU presiona al gobierno para que le de una salida al conflicto mientras acepta sin más las exigencias leoninas de la tiranía marroquí en lo referente al referéndum de autodeterminación del Sahara. Y por último el amigo americano Obama (nuestro y de Mohamed) amenaza con presionar a Marruecos en este asunto, su socio y su aliado más fiel en el norte de África y uno de los clientes más asiduos de su industria de armamento. De la suya y de la española, que no se nos olvide. A los saharahuis los están matando soldados marroquíes con armas norteamericanas y españolas. Esta es la realidad, más allá de las buenas palabras. Obama acaba de defender la guerra justa. El problema es que no sabe lo que es la justicia.
 Si gobiernos que se dicen democráticos y defensores de los Derechos Humanos son incapaces de presionar a un régimen tiránico y totalitario para que respete estos mismos Derechos porque hay intereses económicos, políticos y geoestratégicos que lo desaconsejan, entones esa democracia que dicen defender está corrupta en su misma raíz. No es democracia, es otra cosa, y por lo tanto nada obliga a sus ciudadanos a respetarla. A lo mejor el despreciable gobierno español debería de empezar a tener en cuenta esto.


Apoyo a Aminetu Haidar


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