jueves, 30 de enero de 2025

El Guindo

 Dicen que hace mucho tiempo, allá por la época prerromana, una ardilla podía cruzar la península ibérica de norte a sur saltando de árbol en árbol, de espesos que eran los bosques que cubrían el territorio. Lo que no nos cuenta la historia es qué tipo de árboles utilizaba la atlética ardilla para lograr su hazaña. Viendo lo que estoy viendo estos días yo apostaría a que dichos árboles no podían ser otra cosa que guindos. Y lo digo con conocimiento de causa, en vista de la cantidad de ciudadanos y ciudadanas que estos días se han caído del guindo acerca de la negativa de los independentistas catalanes de Junts a votar el decreto en el que, entre otras cosas, se incluía la revalorización de las pensiones (hablo en pasado porque éste, como muchas de las iniciativas del gobierno, ha acabado también en la papelera-. Se han caído, digo, del guindo y se han dado cuenta de que el bloque progresista que permitió formar gobierno hará un año y medio, en realidad de progresista tenía bastante poco. Y por eso ahora los compañeros catalanes que merecían todo el respeto y todas las amnistías  se han convertido en la derecha y la ultraderecha catalanas que han echado por los suelos, fíjate tú, el escudo social del gobierno. Y lo han hecho, cosa que nunca nadie se hubiera imaginado, porque el estado español y sus ciudadanos se los pasan por el arco del triunfo y lo único que les mueve son sus propios intereses. El guindo en el que estaban subidos los que ahora se han caído de él debía ser, visto lo visto, muy alto.

Uno hubiera deseado que los que se han caído del guindo se hubieran quedado tranquilitos en el suelo, viendo y entendiendo cómo un gobierno en minoría, liderado por un señor que ha perdido unas elecciones y que ha juntado en torno a sí a todas las churras y las merinas del Congreso, sencillamente es una pantomima que no puede gobernar. Pero en vez de ello, ahora se han subido a otro árbol, digamos que a un ciruelo, y andan por ahí diciendo que ha sido la derecha-y-la-ultraderecha las que han impedido que los pensionistas vean subida su pensión, que los transportes públicos sean gratis o que los afectados por el volcán de la Palma, cobren, tres años después, las ayudas prometidas.

Lo del ciruelo viene al caso de que, si el Gobierno hubiera sido capaz de aprobar unos presupuestos, la derecha-y-la-ultraderecha no hubieran podido evitar nada de lo antedicho, porque son todas medidas que deberían de incluirse en dichos presupuestos. Y si no hay presupuestos no es por la-derecha-y-la-ultraderecha, sino por el bloque progresista de investidura. Bueno, ahora que se han caído del guindo si es por la ultraderecha, pero por la catalana. Y me imagino que desde lo alto del ciruelo tampoco se puede ver que el decreto que se ha rechazado, no incluía solo la subida de las pensiones y la gratuidad del transporte público, sino 78 medidas más, incluidas unas cuantas subidas de impuestos que íbamos a pagar todos, incluidos los del guindo y los del ciruelo. Porque claro, sin presupuestos de algún sitio tiene que salir el parné para pagar todas esas medidas. 

En el momento de escribir esto escucho que el Consejo de ministros ha tardado menos de 24 horas en trocear el decreto que de ninguna manera iba a trocear. Así que les recomiendo que salgan a la calle con paraguas reforzados y extremen las precauciones, no por las borrascas, sino por los señores y señoras que van a empezar a caerse del ciruelo.


jueves, 23 de enero de 2025

Sentimientos religiosos

 Quiero empezar hoy aclarando por qué, una vez más, voy a escribir sobre los sentimientos religiosos, y, más concretamente, sobre su respeto, y la regulación de ese respeto, en la sociedad esta que nos ha tocado vivir y que, al fin y al cabo, hemos construido entre todos. En primer lugar, el responsable de que escriba esto que estoy escribiendo es el gobierno, que lo ha vuelto a hacer y ha colocado en una reforma legal que tiene como objetivo fundamental inmunizar contra cualquier acción legal la esposa y al hermano de su presidente, de ahí el acertado nombre de “ley Begoña”, lo cual está, obviamente mal, con la eliminación del delito de ofensa a los sentimientos religiosos, lo cual está, creo yo, obviamente bien. La otra razón tiene que ver con el show televisivo de las campanadas de fin de año en la televisión pública estatal, espectáculo que yo no vi, pero en el cual parece que una cómica cuyo único mérito para salir en susodicho espectáculo es estar un poquito pasada de peso, mostró una estampita en la cual aparecía la imagen del sagrado corazón de Jesús con la cabeza de la vaquilla del “Grand Prix” (¿?), algo que tampoco sé lo que es. El caso es que todos los medios de la derecha, desde la moderada a la radical, montaron en cólera, lo sacaron en la primera página de sus ediciones  y hasta yo, que repito que no vi el show ni se lo qué es el “Grand Prix” y mucho menos su vaquilla, me enteré de que se habían ofendido los sentimientos religiosos de no se cuánta gente, a esa alturas ya de los que vieron el programa navideño y de los que no lo vieron.

Lo que más curioso me resultó, y entro ya en materia, es que los mismos medios de la derecha acusaban a la susodicha de la vaquilla de no atreverse a hacer lo mismo con el Islam, como si los musulmanes no tuvieran sentimientos religiosos que pudieran ser ofendidos. Quizás por eso miraron al tendido cuando varios medios europeos publicaron caricaturas de Mahoma pero se rasgan las vestiduras cuando la caricatura es del sagrado corazón. De la misma manera que los imanes que amenazan de muerte a los que se burlan de Mahoma no amenazan de muerte a los que se burlan de la virgen María. Con lo cual la conclusión a la que necesariamente llego es que en este asunto de los sentimientos religiosos cada cual arrima el ascua a su sardina y los únicos sentimientos religiosos que son susceptibles de ser ofendidos son los de cada uno. Con lo cual volvemos a lo de siempre y con lo de siempre me refiero a la época de la primera cruzada más o menos. Hay una religión que es verdadera, que es la que cada cual considera verdadera  porque es la suya y las demás son falsas. Así que nos podemos reír de las religiones de otros porque son falsas pero nadie se puede reír de la nuestra porque es verdadera. Los que no creen en ninguna religión podrían ofender a todas se supone, pero no, más bien lo contrario: tienen que respetarlas a todas, lo cual les supone un plus de respeto que se ahorrarían si profesasen alguna. 

Y es que cada uno puede creer en lo que le dé la gana, en la virginidad de la Virgen, en las revelaciones místicas de un pastor analfabeto del desierto, o, como Russell, en una tetera gigante orbitando la tierra. Pero de ahí a pretender que se puedan ofender los sentimientos religiosos de nadie hay un trecho lógico y dialéctico importante. De hecho, cualquier sentimiento es algo tan tremendamente subjetivo que, en puridad, estaríamos constantemente ofendiendo los sentimientos de los otros porque son cristianos, del Atleti o de Cuenca. O simplemente porque cada uno es de su padre y de su madre y tiene derecho a sentirse ofendido cuando le dé la gana, lo cual no significa que nadie le haya ofendido. Y si un sentimiento es subjetivo no digamos nada un sentimiento religioso, que es algo privado y particular de cada uno. En todo caso, siempre he pensado que si alguien se siente ofendido en sus sentimientos religiosos por lo que otro pueda decir o hacer, es que esos sentimientos no son muy firmes. Si uno de verdad tiene fe en algo, nada puede ofenderle.


jueves, 2 de enero de 2025

Franco tiene el culo rosa

 Cuando yo era pequeño cantábamos, con la melodía del himno nacional, una letrilla que decía “Franco, Franco tiene el culo blanco, porque su mujer se lo lava con Ariel”. En vista de las últimas actuaciones de nuestro ínclito -pues ya se ha convertido en ínclito- presidente del Gobierno habría que pensar que el culo de Franco era más bien rosa -seamos serios, el PSOE rojo, rojo, nunca ha sido, más bien rosadillo, ahora rosa trincón- o, a lo mejor, es el culo de señor presidente el que se ha vuelto blanco, para ser como Franco. Solo así se puede entender el afán que tiene el ínclito anteriormente citado por resucitar por todos los medios al dictador del blanco trasero. Los que hemos tenido una educación un poco normal, y no pertenecemos a esas nuevas generaciones tan bien preparadas que apenas saben leer, sabemos que Franco está muerto, enterrado y vuelto a enterrar, y que andar sacándolo en procesión, literalmente la primera vez, figuradamente esta segunda, debe tener detrás algún tipo de interés, que no sea el de hacer llover, no vaya a ser que el señor presidente se manche los zapatos de barro.

Ni siquiera a la señora Meloni, esa ultrafascista que ha ganado una elecciones en Italia, ese país que no es ni por asomo una democracia liberal, se le ha pasado por la cabeza dedicar un año entero, ni siquiera cinco minutos a celebrar la muerte de Mussolini. Es más, ni siquiera a los millones de fascistas de camisa azul y boina roja que según el del culo rosicler pueblan el suelo patrio se les había ocurrido hasta ahora dedicar un año entero a la muerte de Franco. En todo caso el 20N a unos pocos abuelos, que, como se encarga de recordarnos el gobierno en pleno cada vez que tiene ocasión, son tan solo la punta de lanza, la vanguardia de los ejércitos franquistas ocultos entre las sombras.

En fin, que aquí está el señor Presidente del Gobierno que quiere ser Jefe de Estado, dedicando todo un año a celebrar la muerte de Franco, por no sé que asunto de memoria histórica, o democrática, o algo así -la memoria siempre es histórica, aunque más que democrática tiende a ser selectica. No es de extrañar que en Vox estén tan contentos con el presidente del Gobierno que le echen siempre un cable en las situaciones más difíciles, que habría que pensar que les debe más a ellos el gobierno que a sus socios. Visto lo visto, no resulta raro que aquellos que le quieren mal acusen al señor presidente de sacar a pasear el espantajo de Franco cada vez que las cosas le vienen mal dadas, a él o a alguien de su familia o de sus amigos o de su entorno más cercano. Yo creo que no hay que ser tan mal pensado, ni creer que nuestro presidente acude a Franco para seguir manteniendo el crédito electoral entre una población de lumbreras que piensan que ETA ha desaparecido pero que Franco aun continúa vivo y coleando -o culeando-. En realidad, la fijación del señor Sánchez Pérez-Castejón por Franco yo creo que va más allá. Tiene una profundo sesgo freudiano y tiene que ver con la admiración oculta hacia el padre, en este caso padre putativo e intelectual. En realidad, el gran afán del Presidente es ser, como ya hemos dicho y como demuestra día a día, Rey. De ahí que el actual rey le estorbe un poquito. Y como admirador secreto de Franco el señor presidente del gobierno nos es franco, y, como dicen que dijo en una ocasión Gila, no se va.