viernes, 20 de marzo de 2009

Los funcionarios y las huelgas

El próximo día veinticinco de marzo ha sido convocada una huelga de funcionarios docentes de Enseñanzas no Universitarias de la Comunidad de Madrid. Como miembro del colectivo llamado a movilizarse considero que este paro está equivocado en el fondo y en la forma. Y ellos por tres razones principales.
La primera -y posiblemente esta sola bastara- es de índole moral. Convocar una huelga sectorial –y más de funcionarios públicos- cuando en el país hay más de cuatro millones de parados, personas que en muchos casos no cobran siquiera el subsidio de desempleo, resulta insolidario e inmoral.
En segundo lugar la huelga se convoca bajo el lema “Por la defensa de la Enseñanza Pública”. Como la enseñanza pública no es una entelequia y cuando se habla de su defensa se hace referencia a un modelo concreto de educación, es necesario analizar ese modelo antes de lanzarse a su heroica salvaguardia. Este modelo consiste en que los alumnos no sólo no saben nada, es que además las administraciones educativas y los supuestos expertos se afanan en que cada vez sepan menos. Consiste en que cada vez se ponen más obstáculos a los profesores para poder enseñar –que se supone que es para lo que les pagan-; en lugar de eso se les ha transformado en burócratas que tienen como objetivo fundamental rellenar papeles, asistir a reuniones sin sentido –robando así tiempo para poder hacer su auténtica labor, que es ilustrar a sus alumnos- y se les ha obligado a asumir el papel de padres, madres, psicólogos, asistentes sociales, confesores e incluso jueces. Un sistema en el que bajo la excusa de la conciliación de la vida familiar y laboral se ha convertido a los centros educativos en guarderías para adolescentes. Un modelo, en suma, indefendible desde cualquier punto de vista, con el que lo mejor que se puede hacer es dejarle que reviente para construir sobre sus cenizas una escuela realmente ilustrada e ilustradora.
En tercer lugar, los problemas de la Comunidad de Madrid son globales, no sectoriales, y tienen nombre y apellido: Esperanza Aguirre. La única lucha planteable es una lucha global contra el gobierno del PP en la Comunidad de Madrid, no paros aislados por sectores que no conducen a nada. Que la Educación haga huelga hoy, la Sanidad mañana y los Bomberos pasado sólo conduce al desgaste político y no ofrece ninguna solución real. Se debería plantear una movilización –política, por supuesto- total que paralice la región durante una semana, o un mes, o el tiempo necesario hasta que el gobierno ceda. A un elefante no se le mata con un tirachinas, a lo sumo se le hacen cosquillas. Lo demás son juegos que sólo sirven para que Esperanza Aguirre se carcajee desde su sillón.
Al hilo de este tema quizás resulte necesario aclarar por qué una huelga de funcionarios es inmoral en la situación actual. Los funcionarios, tal y como están las cosas, son (o somos) unos privilegiados. No se tomen estas palabras como un apoyo a las barbaridades que gusta de decir la presidenta de la Comunidad de Madrid y atiéndase al siguiente ejemplo, ficticio pero bastante ilustrativo.
Supóngase una institución pública donde trabajan todo tipo de funcionarios en los más diversos puestos. Supóngase que uno de esos funcionarios tiene la función, por ejemplo, de cuidar un rebaño de ovejas (pequeñito, no más de veinte animales). Su trabajo es simple: limpiar los establos, darles de comer y de vez en cuando recortarles las pezuñas. Ese funcionario tiene un nivel salarial no demasiado elevado –pongamos por caso C2- lo que aún así supone una cualificación mínima de Bachillerato- y además su plaza lleva asociado un plus por trabajar algunos fines de semana –porque las ovejas no se cuidan solas ni siquiera los fines de semana- de pongamos unos 400 euros al mes. Este señor se está embolsando, con todo, unos mil ochocientos euros limpios mensuales y su puesto de trabajo no corre peligro por muchas crisis que haya. Veamos ahora como cumple su función. Con una jornada laboral de ocho horas posiblemente en cuatro –o menos- podría haber concluido todas sus obligaciones. Ahora bien, si alguien pasara por el establo ficticio vería que la porquería hay que quitarla con una excavadora porque hace meses que no se limpia, que las ovejas tienen las pezuñas como babuchas morunas porque hace, no meses, sino años que se las recortan y, según demuestras los marcajes de la ficha de nuestro funcionario imaginario de los días festivos que tiene que trabajar –por lo que se embolsa, recordemos, cuatrocientos euros- la mitad no va, de tal forma que las ovejas –que no son seres racionales y que no saben en qué consiste racionar el alimento- están al borde de la inanición. Si se le encarga encalar el establo dirá que es trabajo del funcionario pintor y si descargar un camión de paja que del funcionario descargador. Por supuesto se aprovechará del trabajo de sus compañeros y aun así exigirá sus derechos y pondrá el grito en el cielo cada vez que no sean satisfechas sus exigencias. Si se pregunta a sus superiores directos las respuestas serán de lo más variopinto, desde el supuesto desconocimiento del asunto hasta que el hombre no da más de sí –si no da más de sí, no se ve muy bien como ha obtenido el puesto-. En cualquier empresa privada este señor hubiera durado cinco minutos. En la institución pública en la que trabaja se jubilará a los sesenta y cinco años y cobrará su pensión íntegra. Esperanza Aguirre no tiene razón, pero como este caso ficticio hay miles. Como ya dije una vez para hacer huelga uno, primero, tiene que hacer su trabajo y, segundo, hacerlo bien.

3 comentarios:

Espe dijo...

y por si fuera poco el sindicato de estudiantes se apunta a un bombardeo y bueno... día de peyas gratuito para todo el que le apetezca quedarse en casa bajo el lema "estoy en mi derecho", hasta el punto de no respetar al que no quiere ejercer ese derecho y tacharle de cualquier barbaridad.
Lo que no termino de entender muy bien es lo que hacen en otras clases de firmar un papelito diciendo si van o no van con el fin de "justificar la falta". Si a los profesores les descuentan su parte proporcional del sueldo vacaciones y pagas por no ir al trabajo, ¿lo lógico no sería que a los alumnos se les pusieran sus debidas faltas injustificadas?

Emilio Garoz dijo...

Es curioso que la mayoría de los profesores que hoy hemos ido a trabajar seamos de izquierdas. De izquierdas de verdad

Espe dijo...

Yo no sabía si estaba viendo a Tabuyo o un fantasma.