viernes, 14 de agosto de 2009

PP. Más allá de la corrupción

Una de las tácticas tradicionales de la derecha ha consistido en desprestigiar desde dentro las instituciones del Estado democrático. Es lo que ocurrió en Alemania en los años veinte durante la República de Weimar, provocando la llegada de Hitler al poder, es lo que sucedió en España en 1936, donde las actitudes de individuos como Gil Robles y Calvo Sotelo allanaron el camino de Franco y su pandilla. En menor medida es lo que pasó también en 1996 con el famoso “Váyase Señor González”. Y es lo que está propiciando el PP en los últimos tiempos.
Los propósitos del PP van más allá de una huida hacia adelante que tape los escándalos de corrupción en los que se halla inmerso. Lo que busca es hacerse con todos los resortes del poder y convertir así el país en su coto privado donde pueda hacer y deshacer a su antojo. De esta forma volverá a ser un partido puro e inocente, simplemente porque no quedará nadie que pueda denunciar sus corruptelas. Y lo está haciendo lanzando un ataque frontal contra todas las instituciones democráticas Goebbels dijo que una mentira repetida mil veces se convierte en verdad y ahora mismo ese es el único principio que rige la actuación política de este partido. No es cuestión de repetir toda la lista de estupideces con las que cada día nos sorprenden estos señores: que si el Gobierno, los jueces y la policía les espían –más bien se espían ellos solos-, que si llevan esposados a cargos del partido –hasta donde yo se, en este país a los detenidos siempre se les ha conducido esposados al juzgado- etc. Nos vamos a quedar, eso si, con la última perla del señor Arenas. Ahora resulta que el Presidente del Gobierno es un dictador. El señor Rodríguez Zapatero podrá ser muchas cosas, y no todas buenas, pero lo que desde luego no es, es un dictador. En los últimos setenta años en España sólo ha habido una dictadura, la de Franco, la cual los señores del PP se niegan sistemáticamente a condenar. Y lo más cerca que hemos estado en los últimos años de otra ha sido cuando un gobierno, también del PP, sopesó la posibilidad de anular las elecciones del 14 de marzo de 2004. Cuando este tipo de cosas no son cuestiones particulares de cada uno, cuando es todo el partido el que las piensa y el propio señor Rajoy las avala, entonces es que todo el partido está corrupto hasta la médula.
Toda esta estrategia tiene como objeto hacer que los ciudadanos se sientan hastiados y aburridos. Que renieguen del estado de Derecho, que piensen que todos los políticos son iguales y acaben abandonando sus obligaciones cívicas, allanándoles a ellos el camino. Eso, y no otra cosa, es lo que subyace a las palabras de Rita Barberá de que todos los políticos reciben regalos: puesto que todos los políticos son corruptos, entonces nos da igual quien nos gobierne. Lo triste es que hay mucha gente que se cree estas mentiras y da la razón a estos sujetos. Hay un problema de educación política en el cual el PSOE es tan culpable como el PP. Ante esta situación sólo quedan dos opciones. La opción racional es que sea el propio sistema –Partidos Políticos, Parlamento y Poder Judicial- el que ponga freno a esta situación. Esa es su obligación, pero si no quiere o no puede hacerlo sólo queda la solución cínica: que sean los ciudadanos los que revienten el sistema en su propio beneficio.
Si un Golpe de Estado se define como la subversión de la legalidad y la legitimidad de un Estado, entonces el PP está dando un Golpe de Estado con todas las letras. Un Golpe de Estado con una cabeza visible, José María Aznar (pues hay que ser muy corto para no ver en todo esto su sello personal), un Ministro de Propaganda, Miguel Ángel Rodríguez y una organización, la FAES. Un Golpe de Estado con una trama mediática, en la que se incluyen medios escritos como El Mundo, Libertad Digital y La Razón; emisoras de radio como la COPE; canales de Televisión como Telemadrid, Intereconomía, Veo El Mundo, Popular TV o Libertad Digital TV y plumillas, tertulianos y personajes siniestros de toda laya como Pedro J. Ramírez, Federico Jiménez Losantos, César Vidal, Curry Valenzuela, Horacio Vázquez-Rial, Javier Rubio, José María Marco, Pío Moa, Alberto Mínguez, Juan Carlos Girauta, Cristina Losada, Luis del Pino, Serafín Fanjul o Isabel San Sebastián, entre otros muchos. La libertad de expresión es uno de los pilares del Estado de Derecho y por lo mismo cuando ésta se utiliza para subvertir a aquél deja de ser libertad de expresión.
Escribió Marx que la Historia siempre se repite dos veces, una como tragedia y otra como comedia. La tragedia fue la barbarie franquista, la comedia –o tragicomedia- será el chiste de un estado a la italiana que es donde el PP ha visto las puertas abiertas. Por mucha risa que nos causen las declaraciones de sus dirigentes –y la verdad es que causan mucha- es hora de que nos tomemos esto en serio.

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