sábado, 10 de octubre de 2009

Impuestos solidarios

Ciertamente si hay una nación desagradecida y cerril esa es España. La última demostración de este carácter infame que nos adorna a los españoles la hemos dado con la subida de impuestos anunciada por nuestro progresista gobierno. Porque hay que ser desagradecido para criticar algo que nos va a venir tan bien a todos, sobre todo a aquellos que viven de su trabajo y cobran esos sueldos tan estupendos que apenas alcanzan los mil euros. Y es de una cerrilidad supina no comprender la lógica interna de este aumento de la carga impositiva. Aunque de esto tampoco tenemos la culpa los pobrecitos españoles de a pie. Hay que ser un auténtico sabio para poder captar las sutilezas intelectuales que jalonan el discurso de mentes tan privilegiadas como las de Leire Pajín.
Porque vamos a ver, lo lógico –y a ver si lo entendemos de una vez- es subir los impuestos a los trabajadores, que al fin y al cabo son los únicos que los pagan. No tiene ningún sentido aumentar la fiscalidad de las SICAV o mantener el Impuesto sobre el Patrimonio. Si todos sabemos que los ricos no pagan impuestos y nos hace falta el dinero para mantener esa política social que tanto beneficia a los pobres, entonces tiene que ser a los pobres a los que les suban los impuestos. Esto está claro, y el que no lo entienda es que es un comunista que seguro que además fuma y el humo del tabaco le nubla el juicio..
Hay también algún cerrulo que dice que subir el IVA va a disminuir el consumo. Eso le podría pasar a un gobierno que no fuera tan sapiente como el nuestro. Porque la solución a este problema está clara. Lo que hay que hacer es penalizar fiscalmente el ahorro. De esta forma la gente no ahorrará y se gastará todo lo que pueda, con lo cual el consumo quedará a salvo y además, como los impuestos indirectos han aumentado, se recaudará un dinerillo extra que vendrá muy bien para completar las pensiones de los directivos del BBVA que se jubilan anticipadamente, dando todo un ejemplo de solidaridad y dejando su puesto de trabajo para los más jóvenes.
Y es que Elena Salgado no es una incompetente, por mucho que las lenguas viperinas se empeñen en demostrar lo contrario –ya sabemos que la envidia es el deporte nacional-. El hecho de que antes de ser Ministra de Economía fuera Ministra de Sanidad lo único que demuestra es que la mujer está buscando su sitio. Que por otra parte es lo que pretenden nuestras leyes educativas tan modernas. Y la prueba del éxito de éstas la tenemos en la reciente visita de nuestro presidente del Gobierno a Estados Unidos. Nadie en su sano juicio podrá decir que el señor Rodríguez Zapatero no es un padre progresista y de izquierdas que ha entendido perfectamente los presupuestos básicos de la LOGSE. Cualquier otro carca hubiera pensado que una audiencia con el presidente de los Estados Unidos exigía de sus hijas una mínima etiqueta. Pero el señor Zapatero no es ningún carca, así que permite que sus retoñas se fotografíen junto al hombre más poderoso del mundo según les dicta su buen criterio. Él no es un facha de esos que corren por ahí y dicen que hay que ilustrar a los jóvenes, no señor. Él deja que sus hijas desarrollen sus potencialidades.
Y para terminar una última muestra de la altísima capacidad intelectual de la señorita Pajín, que expuso con una claridad pedagógica sin parangón la clave de esta subida de impuestos. Porque a nadie se nos ha ocurrido –porque repito, somos unos carcas cerrados de mente- que “aquellos que han tenido la suerte de conservar su puesto de trabajo tienen que hacer un esfuerzo de solidaridad con los que lo han perdido”. Diga usted que sí, inteligencia iluminada. El conservar o perder el empleo es cuestión de suerte. No tienen nada que ver en ello las prácticas abusivas de los empresarios. Y como los empresarios no tienen nada que ver con el paro, los responsables últimos de que haya cuatro millones de parados son los trabajadores que aún no han perdido su trabajo. Así que lo lógico es que sean coherentes con su situación, sean conscientes de la suerte que tienen y les paguen los subsidios a los que son menos afortunados. Así se hace una revolución, si señor. Y por si había alguna duda la señora Fernández de la Vega nos recuerda que el peso de la subida de impuestos recaerá sobre la “amplísima clase media”. Queda claro, pues, que la clase media son todos los trabajadores que no han perdido su empleo y son ellos los que tienen que sufragar la política social del gobierno. Al fin y al cabo son sus destinatarios. Los ricos acuden a hospitales privados y llevan sus hijos a escuelas privadas. Resulta injusto, por tanto, que la sufraguen. Y ante todo está la justicia social, faltaría más, que para eso somos más de izquierdas que nadie.
Espero que esta breve y amena lección haya servido para explicar por qué es tan buena la subida de impuestos y que a partir de ahora nadie pueda ya ponerla en duda y así, unidos como hermanos solidarios y progresistas que somos, salgamos a la calle enarbolando banderolas de color arco iris para dar gracias por tener un Gobierno tan sabio y tan preocupado por nuestro bienestar. He dicho.

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