miércoles, 8 de octubre de 2014

Dialéctica / Y 3.

La dialéctica, entendida como el movimiento de la realidad y, en tanto en cuanto esa realidad es realidad humana, de la Historia, ya se considere este movimiento desde un punto de vista idealista, como una Idea que genera el movimiento de lo real, o como dialéctica materialista, como un movimiento de lo real que es aprehendido por el pensamiento solo en tanto es real tiene una doble vía de significación: a) La consideración dialéctica de la realidad supone que no existen elementos estáticos en ella. La realidad extramental es dinámica en sí misma,  y es en este dinamismo constitutivo como debe ser pensada, ya sea, como se decía más arriba, porque esa dinamicidad venga dada por el propio pensamiento -que seria así también dinámico- ya sea porque el pensamiento la aprehende como realidad en continuo movimiento y se ve así obligado a deshacerse de las viejas concepciones que identificaban el ser estático con un pensamiento que devenía también estático. La dialéctica implica que el pensamiento, si se quiere corresponder con la realidad, ha de ser también dialéctico.
Por otro lado si la realidad está en movimiento continuo no cabe hablar de nada que permanezca fijo en ella y, sobre todo, no cabe hablar de instituciones o estados de cosas -que no dejan de ser estados históricos- sagrados, en el sentido en que lo sagrado seria por definición inamovible. De hecho todas aquellas instituciones que son o han sido consideradas como sagradas han alcanzado ese estatus como consecuencia de un proceso de desarrollo continuo y, de hecho -como ocurre, por ejemplo, con las celebraciones religiosas- han seguido desarrollándose en su propia sacralidad. Es más, la concepción dialéctica desestimaría la vieja identificación entre existencia y ser. El ser, como algo estático, no es identificable sin mas con la existencia, que es entendida ahora como un proceso de desarrollo continuo, como un continuo devenir. De esta manera, si el movimiento dialéctico supone la existencia del no ser, en tanto en cuanto es en la superación de la contradicción entre ser y no ser donde esta el motor del devenir dialéctico, será el no ser el que se identificara ahora con la existencia. La existencia, mas que ser, sería no ser, como veremos a continuación

b). La superación dialéctica de la contradicción, ya se de ésta en el pensamiento o en la realidad, supone la reconciliación entre ser y no ser, en última instancia la reconciliación entre sujeto y objeto y así -y de esta manera lo entendió Hegel-, la dialéctica supondría la culminación del proyecto de la modernidad filosófica: la superación del desgajamiento entre el sujeto y la Naturaleza en un momento o entidad superior. Ahora bien, así entendida la dialéctica caería en una aporía -la misma aporía en la que cae Hegel- al constituirse la superación de la contradicción en ser a su vez, anulando así el movimiento. La solución a este problema está en suponer -como creemos que hizo Marx- un movimiento continuo, una constante generación de contradicciones que nunca tendrían un fin. Ahora bien, si se da esa situación de movimiento continuo, y el motor del movimiento es el no ser, la contradicción, eso significa que la propia dialéctica se edifica, mas que sobre la superación de las contradicciones, sobre ese momento negativo, momento que ni es estático puesto que exige una superación pero que a la vez es la negación de esa superación. La dialéctica, así, se fundamentaría en la negatividad y seria, en palabras de Adorno, dialéctica negativa. 

No hay comentarios: