miércoles, 5 de noviembre de 2014

Dios. / Y 3


Después de un periodo de mas de 2500 años, Dios ha vuelto al campo que le es esencialmente propio: la religión. En la actualidad solo cabe hablar de Dios desde una perspectiva religiosa -entendiendo religión, eso si, no desde un punto de vista normativo, como creadora y, sobre todo, implantadora de normas, no solamente para los creyentes, sino para toda la sociedad, o, lo que es lo mismo, una religión entendida como complemento, si no sustituto, del Estado o, en el mejor de los casos, una religión que busca intervenir en el gobierno del Estado- sino religión entendida como la unión del individuo con la divinidad.
Si aceptamos las doctrinas de algunos autores como Lactancio, el término "religión" provendría del latín "re-ligare", volver a unir o unir fuertemente -aunque otros, como Cicerón o Benveniste, nieguen esta etimología-. Si hacemos caso a la significación de Lactancio, la religión seria la unión con Dios o, más bien, el hecho de volverse a unir con la divinidad. Esta concepción supone un estado originario en el cual Dios y los hombres se encontraban unidos, ya sea la Edad de Oro de los griegos como el paraíso terrenal, tanto  cristiano como judío o musulmán. Esta unión es rota por alguna circunstancia, o mas exactamente por alguna culpa o pecado por parte de los humanos, y la religión se explica entonces como el intento de volver a restaurar la unión perdida con la divinidad. De esta manera los rituales religiosos tienen como objetivo lavar la culpa que provocó la ruptura y propiciar esa reunión entre hombre y dios, mientras que, a su vez, la religión ofrece normas que tienen por objeto asegurar que esa reconciliación se mantiene mas allá del ritual, es decir, determina las estructuras de comportamiento que impiden una nueva separación de la divinidad.
De esta hipótesis seria posible extraer al menos dos consecuencias. La primera de ellas es que en la religión se lleva a cabo la reconciliación entre individuo y naturaleza, o entre individuo y dios como hipostatizacion de la naturaleza, que la filosofía, a partir sobre todo del siglo XVII y a pesar de los intentos en contrario, solo puede negar. Es por ello que la religión ofrece fundamentalmente consuelo al prometer esa reunión con dios, mientras que la filosofía, por el contrario, al remarcar la separación entre hombre y dios, al principio, y posteriormente al negar la posibilidad de la existencia de dios o al menos de su conocimiento, no puede consolar sino tan solo intentar buscar una verdad que, en caso de encontrarse, siempre será desconsoladora.

En segundo lugar, si "religión" procede de "re-ligare" se formaría a partir de su forma personal "re-ligo". Re-ligio seria la primera persona del presente de indicativo de re-ligare, lo que nos lleva a suponer que esa reconciliación entre hombre y dios que se promete y expresa en la religión siempre será a nivel puramente personal y subjetivo La religión organizada así, solamente seria un vehículo, un instrumento para acercar al hombre a Dios, pero este acercamiento solo se podría dar a nivel personal. Las normas, los dogmas y los rito de la religión institucionalizada tendrían peso a nivel social, pero a nivel individual debe ser el sujeto el que se "re-ligue" con Dios. De esta idea podemos extraer dos consecuencias que inciden directamente en el tema que tratamos, a saber, la consideración de Dios en la actualidad. La primera de ellas es que no puede haber religión sin dios, de la misma manera que no puede haber dios sin religión. La creencia en dios necesariamente ha de ir acompañada de una actitud religiosa -no científica ni filosófica- en tanto en cuanto es en ésta donde se lleva a acabo la unión con la divinidad. La segunda es que la creencia en dios y por lo tanto según lo anterior, la religión, es una actitud puramente subjetiva y personal, al ser subjetiva y personal la unión con dios y de ninguna manera compartible con los demás y, por lo mismo, mucho menos exportable o imponible.

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