martes, 7 de julio de 2015

Masa y lenguaje



  Originariamente el grupo se forma como mecanismo de defensa frente a los depredadores y el medio. Cuanto mayor número de individuos formen el grupo mayor es la posibilidad de supervivencia, no ya solo del grupo, sino de cada uno de los individuos que lo forman. Las agrupaciones, así, constituyen un mecanismo adaptativo, superior al que desarrolla o puede desarrollar el individuo aislado. Como mecanismo adaptativo, la función del grupo se perfeccionará y maximizará más cuantas más estrategias de defensa o adaptativas desarrolle. Estas estrategias adaptativas solo pueden darse gracias a la comunicación entre los miembros del grupo, ya sean estrategias de caza como las que desarrollan los leones, ya sean estrategias de ataque y defensa como las que desarrollan los grupos de bonobos, que comunican por medio de gritos y otros sonidos a aparición de potenciales enemigos o grupos rivales. Así las cosas, cuanto más sofisticado sea el sistema de comunicación mayor capacidad adaptativa tendrá el grupo, lo que, de hecho, convierte al sistema de comunicación en la fundamental herramienta adaptativa. El sistema más sofisticado de comunicación conocido hasta la fecha entre organismos biológicos es el lenguaje simbólico utilizado por los seres humanos, lenguaje simbólico que implica un pensamiento abstracto y la capacidad no solo de emitir sonidos sino también de descifrarlos, lo que supone que los conjuntos simbólicos deben ser conocidos al menos por todos los miembros del grupo que hablan el mismo lenguaje. Esta sofisticación del lenguaje simbólico y lo que supone –el hecho de tener que compartir los registros simbólicos- hace que el grupo humano no sea tan solo un grupo animal, una manada o un rebaño, sino que se convierta en un grupo social. En términos adaptativos el grupo social va un paso más alá que los grupos animales, puesto que no solo permite la adaptación al medio sino también su transformación. Así, se puede considerar que el , máximo recurso adaptativo del ser humano, aquél que convierte el grupo en grupo social, es el lenguaje.
  
  Precisamente el lenguaje, como medio de comunicación dentro del grupo social, es lo que está periclitando. Así, o bien el lenguaje se utiliza como arma arrojadiza, olvidando su función comunicativa, de tal modo que se emiten palabras, se conforman símbolos, pero no se escucha, es decir, no se traducen los símbolos que emiten los demás, con lo cual el lenguaje deja de ser un instrumento comunicativo y por lo tanto un instrumento de cohesión social, o bien el lenguaje se simplifica tanto, los símbolos se empobrecen y se empequeñecen tanto, que acaba convirtiéndose en una mera emisión de sonidos, una simple continuidad de signos, de letras que ya no tienen ningún significado, excepto para aquél que las enuncia. El lenguaje deja de ser un modo de comunicación y pasa más bien a convertirse en un medio de afirmación personal dentro del grupo, en un intento de hacerse ver o, más bien, de hacerse oír. Ahora bien, si el lenguaje simbólico interpretado a través del pensamiento abstracto es la herramienta de cohesión y desarrollo del grupo social su desaparición supone también la desaparición de éste. Es por ello que el lenguaje, como aquello que amalgama a los individuos, se ve necesariamente sustituido por otros métodos de unión, lo que cambia también el modelo social. Así, es la empatía –entendida como la solidaridad cristiana o una especie de unión mística con el otro- o el sentimiento en sus múltiples formas –sentimiento nacional, sentimiento grupal, sentimiento de especie o sentimiento de clase- lo que constituye el grupo. Un grupo que ha dejado de ser social, pues ha olvidado su mecanismo adaptativo fundamental, y que se ha convertido en masa desde el momento en que el pensamiento, como aquello que permite interpretar los símbolos, ha dejado su lugar al sentimiento.

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