viernes, 14 de noviembre de 2008

Obama, Barack Hussein

Por más vueltas que le doy hay varias cosas sobre todo este asunto de Obama que no me acaban de entrar en la cabeza. Lo primero es porqué, en Europa en general y en España en particular, la gente de a pie se ha puesto tan contenta con su victoria en las elecciones, casi más que si fuera un compatriota. Es bien sabido que los presidentes demócratas, aunque hayan realizado una política social más o menos progresista en el interior del país, en sus relaciones exteriores han sido tan agresivos o más que los republicanos. Los casos de Kennedy y Johnson en Vietnam son bien conocidos. Obama es un patriota norteamericano, según dicen todos incluido él, y esa no es una muy buena carta de presentación cuando se trata de establecer relaciones con el resto del mundo. El proteccionismo anunciado para reactivar a las empresas norteamericanas va a suponer la puntilla de muchas economías latinoamericanas que constituyen su zona natural de comercio y, en referencia concreta ya a España, cuando estamos inmersos en un debate sobre la conveniencia de mantener las tropas en Afganistán, el recién elegido presidente solicita –o anuncia que va a solicitar- a la UE un aumento de las tropas de combate en este país, algo que no parece que encaje demasiado bien con los intereses españoles, insisto, a la vista de los últimos acontecimientos.
Por otro lado no acabo de ver la relación causal existente entre ser negro y ser un buen presidente, o siquiera un buen político. Negros son o han sido Mobutu, Idi Amin, Condoleezza o Powell y no creo que nadie pueda decir que hayan sido políticos preocupados por su pueblo. Hace mucho tiempo que en los EEUU no se establecen diferencias entre blancos y negros, sino entre ricos y pobres. Un negro rico –y Obama lo es- no encuentra ningún tipo de traba para conseguir lo que desea, lo mismo que un blanco rico. Y un blanco pobre es tan pobre como un negro pobre. Es en esta capa de la población donde se mantiene el racismo. Es mucho más útil y conveniente para los ricios (blancos o negros) hacer creer a los blancos pobres que lo son por culpa de los negros pobres. Y mientras miren a los negros pobres como al enemigo no lo van a buscar en otra parte, donde realmente está.
Es posible que la victoria de Obama haya supuesto un cambio porque sea el primer presidente negro de la historia, pero el mismo cambio hubiera supuesto que fuera la primera presidenta mujer o el primer presidente gay. Aunque simbólicamente sea significativo política y socialmente no tiene porqué suponer nada más que una operación de maquillaje del sistema. Se dice que el cambio está en que Bush deja el poder cuando, si bien es cierto que la política derrotada ha sido la suya, también lo es que Bush ya había terminado su segundo mandato y no iba a volver a la presidencia –parece que se olvida que el rival de Obama no era Bush, era McCain, que por cierto intentó distanciarse de aquél- El cambio real está por llegar y veremos si alguna vez llega. Obama podrá ser un buen o un mal presidente pero, sintiéndolo mucho, eso no tendrá nada que ver con el color de su piel, sino con lo que tenga en la cabeza y eso es de lo que no me fío.

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