jueves, 8 de julio de 2010

Tontos todos

Si uno mira a su alrededor puede encontrar tontos, imbéciles, idiotas y españoles. Esta última categoría yo la descubrí ayer a eso de las diez y media de la noche, aunque ya tenía serias sospechas de su existencia. Más o menos a esa hora un clamor se elevó desde todos los lugares de nuestra geografía. En un principio pensé que nos habían subido el sueldo a todos los españoles, más tarde se me ocurrió que quizás los cinco millones de parados habían encontrado trabajo y también elucubré que semejante algarabía se debía a que los jugadores de nuestra selección habían decido repartir los 600000 euros de prima entre todos sus compatriotas. Al fin y al cabo, y según el spot de una conocida marca de cerveza quien esta jugando el mundial no es un equipo, sino un país. Así que, como país, a todos nos debería corresponder algo de la recompensa. Por cierto, que dicha marca de cerveza acompaña su patriotismo con insultos y amenazas a todos los equipos (el resto son equipos, no países) que se enfrentan con La Roja. Todo eso pensé, pero como ustedes ya se habrán dado cuenta, estaba equivocado: lo que pasaba es que la selección española de fútbol había ganado un partidito, algo que por supuesto es mucho más importante que todas las razones que, en mi infinita ingenuidad, consideraba como causantes de la exultante alegría.
Aun así, una profunda duda asaltó mi mente. Si yo no puedo fumar en un bar porque puedo molestar a alguien, ¿por qué una banda de energúmenos descerebrados pueden impedir dormir a todo un país sin que al Gobierno se le ocurra hacer una ley que lo impida?. ¡Bendita inocencia!. Porque los políticos velan por nuestro bienestar y porque no nos preocupemos de cosas que sólo les atañen a ellos, como el paro, la crisis o la corrupción. El resto de la población estamos mejor como estamos: absolutamente imbecilizados, narcotizados, castrados, buenos ciudadanos hijos predilectos de la LOGSE. Ya lo dijo el fin de semana pasado el periódico más importante del País: los éxitos deportivos (fútbol, tenis, motociclismo, ciclismo) permitían un rayo de esperanza ante la penuria económica. Y nuestro inteligentísimo y competentísimo Presidente del Gobierno remachó la jugada afirmando que nos aproximábamos a Alemania en algo tan crucial como el balompié.
 Así que entre la cerveza y los medios de comunicación ha surgido una corriente de sano patriotismo que se refleja en las innúmeras banderas nacionales que adornan balcones y escaparates, más numerosas cuanto más pobre y miserable sea la zona en la que ondean. Lástima que no se nos ocurra ser patriotas en cosas mucho más simples, como declarar el IVA o pagar los impuestos. De todas formas todos sabemos que eso no es de patriotas, es de tontos, y que para demostrar nuestro amor a la patria lo que hay que hacer es criminalizar a los trabajadores del Metro porque, como estamos tan contentos con la victoria española, al día siguiente todos tenemos unas ganas tremendas de ir a comentar el partidito con los compañeros de la oficina. Perdón quería decir que tenemos ganas de ir a trabajar, precisamente para demostrar ese patriotismo tan nuestro.
 Y que nadie piense que todo esto tenga que ver con una cortina de humo que lanza el Gobierno para tener drogados a los ciudadanos y que no piensen en otras cosas. Eso es una falacia antipatriótica. Y para demostrarlo hasta yo voy a hablar de fútbol para terminar, porque quiero ser un españolito normal, un ciudadano corriente y no un bicho raro o un elemento subversivo. Espero que cuando España gane el mundial (me atrevo a lanzar una apuesta: Holanda 0 España 1, gol a partir del minuto ochenta de juego), nadie vuelva a criticar la forma de jugar de Italia. ¡A por ellos!. ¿A por quién?. ¡Ay, que miedito!

No hay comentarios: