viernes, 10 de diciembre de 2010

El fascismo del PSOE (y 2)

 Si hay algo que el Gobierno del PSOE (que no socialista) ha planeado bien y le ha resultado mejor ha sido todo este asunto del Estado de Alarma a raíz de la protesta de los controladores aéreos. Todos los pasos han sido milimétricamente estudiados. Aprobó el Decreto que regulaba sus funciones en el momento oportuno, conociendo más que de sobra cómo reaccionarían los afectados y las consecuencias que esto traería. Y estoy casi seguro que la orden para pasar al Estado de Alarma estaba firmada antes de que se aprobara dicho Decreto (ahí están las palabras de la Ministra de Defensa: “se han puesto las condiciones para que el caos no vuelva a repetirse”): los controladores aéreos cayeron en la trampa como conejitos. En realidad lo que buscaba el Gobierno no tenía nada que ver con ellos. El objetivo oculto de todo este follón no es otro que mostrar a la población que en cualquier momento, ante cualquier protesta social de cualquier colectivo que ellos consideren privilegiado (y no olvidemos que no hace mucho Leire Pajín nos recordó que cualquiera que conservara su puesto de trabajo era un privilegiado) el Ejecutivo puede ponerla bajo mando militar.
 Existen dos indicios claros de lo anterior. El primero es que ningún controlador ha sido despedido, cuando la reacción más lógica, democrática y ajustada a Derecho hubiera sido despedir a todos aquellos que abandonaron su puesto de trabajo, en vez de declarar un Estado de Alarma cuando no existía ninguna razón objetiva para ello. Esto nos lleva al segundo indicio. Nada justificaba la declaración de dicho Estado de Alarma en el conflicto de los controladores. El espacio aéreo se cierra total o parcialmente cada vez que el Rey, el Papa o algún dignatario nacional o extranjero sobrevuela nuestro territorio, lo que provoca retrasos y cancelaciones de vuelos. En el año 2004, en medio de un ataque contra la población civil y con 193 muertos de por medio no se decretó la alarma. No conocemos –y este plural no es mayestático- los criterios que ha seguido el Gobierno para ordenar la alarma, lo que me lleva a pensar que la única razón era demostrar que puede hacerlo cuando le venga en gana si con ello puede desactivar una protesta social.
 El Gobierno ha tomado una medida demagógica y populista que tenía como meta –entre otras cosas como se ha podido ver- desviar la atención. Los controladores aéreos no son mis enemigos de clase ni los de la clase trabajadora –lo diga quien lo diga- sino el FMI, el BCE, los banqueros, los empresarios y la UE. Mi problema como trabajador no es que los controladores cobren mucho o tengan más derechos –no privilegios- que yo, sino que yo cobro muy poco y cada vez se recortan más mis derechos. A todo esto los partidos supuestamente de izquierda no dicen esta boca es mía – no es conveniente enfrentarse a las masas- mientras que la derecha aplaude la medida y se frota las manos –Mariano Rajoy dijo el otro día que apoyaba al Gobierno en este asunto, pero le recordaba que su solución había sentado un precedente-. Dentro de unos meses, cuando gobierne el PP y decida militarizar una fábrica que se declare en huelga toda la izquierda (autoproclamada) tendrá que cerrar el pico, porque han sido ellos los que han dado el pie forzado. Eso, si no pasa algo más gordo. Porque en 1934 el Gobierno mandó al Ejército a sofocar las revueltas mineras en Asturias y en 1936 ese mismo Ejército dio un golpe de estado que supuso tres años de Guerra Civil y cuarenta de dictadura. El pueblo que olvida su historia –y no conozco ninguno como el español empeñado en hacerlo- está condenado a repetirla.

No hay comentarios: