martes, 16 de agosto de 2011

La paz de Dios

 Si es verdad que, como el santo Job, los pacientes tienen el cielo ganado, todos aquellos que habitamos en este país pero que no somos considerados españoles, porque no entramos en la categoría de “todos los españoles están satisfechos con la visita del Papa”, tenemos un lugar asegurado a la derecha de Dios padre. Porque alguien tendrá que reconocer que hemos tenido mucha paciencia aguantando que se libere de pagar impuestos a las grandes empresas que han contribuido a dicho viaje, impuestos que hemos tenido que compensar todos los demás; aguantando que nos suban el billete de metro mientras a los peregrinos se lo bajan; aguantando que Madrid sea una ciudad sitiada e inaccesible durante una semana, una especie de colonia del Vaticano; aguantando que se conculquen derechos básicos como el de expresión y manifestación para no molestar al romano pontífice; aguantando que se ocupen espacios públicos como el parque del Retiro para realizar actividades privadas como confesarse y aguantando las mentiras y las insolencias de toda la curia. Todo lo hemos aguantado porque vivimos en España, la reserva espiritual de Occidente, un país que por mucho que lo diga la Constitución no es laico ni lo será nunca, lo gobierne quien lo gobierne, una prueba más de que Franco sabía lo que decía cuando espetó aquello de que lo dejaba todo “atado y bien atado”.
 Pero cuando un escucha decir a los representantes de esas juventudes fervorosas que se van a tirar siete días rezando en Madrid, se supone, decir que son fuertes y lo van a demostrar, la paciencia se empieza a agotar, y lo que nos pide el cuerpo es decirles que no dejen en paz de una vez, que aquí al fin y al cabo nadie se ha metido con ellos, que son ellos los que provocan y que eso suena, más que a oración pía, a amenaza barriobajera, a un “vamos a por vosotros y os vais a enterar de quiénes somos”. Que me dejen en paz, porque no son mejores que yo por compartir un conjunto de supersticiones irracionales. Que me dejen en paz, porque me parece muy bien que estén orgullosos de ser católicos, como hay gente que está orgullosa de ser gay, atea, o del Real Madrid. La diferencia es que ninguno de ellos obliga a los demás a estar orgullosos de lo mismo, ninguno de ellos obliga a los demás a pensar igual que ellos, ninguno de ellos obliga a un Estado a imponer a todo el mundo sus normas morales. Que estén orgullosos de ser católicos, están en su derecho, y que me dejen a mi estar orgulloso de ser como soy –lo que incluye no ser creyente de ninguna religión-. Que me dejen en paz y que se enteren de una vez que cada uno hace con su vida lo que quiere, incluso la puede arruinar como quiera. Que recen, pero que, al menos a mi, me dejen en la paz de Dios de una santísima vez.

2 comentarios:

evitadinamitainsaneinthebrain dijo...

Es como si te obligaran a pagar la entrada de un concierto vayas o no. Pero no, esto lo han hecho público. Y si lo han hecho público,es porque el estado claramente no es laico, tenga un gobierno de izquierdas o de derechas(que en este caso da lo mismo). Poco a poco España se va convirtiendo en una "democracia orgánica"...

Amanda Gonzalez dijo...

El Mr. Papa no tiene un país pa él solo y su panda de curas??? Que se los leve allí a todos !!! Así no tiene ni que desplazarse.
Como me dijo el otro día un taxista: España es el pais más tonto para estas cosas, regala todo , lo que tiene y lo que no. Pero cuando para nosotros están las cosas feas no recibimos ni una palmada en la espalda sólo órdenes de recortes sociales.

A la pregunta de... ¿y se ha subido algun peregrino al taxi?

Se rio un rato con mas ironía que ganas y respondió. "Lo único que hacen es dificultar el tráfico"

Y ya me gustaría a mí saber qué cura hizo las cuentas pa que diga que los peregrinos han dejado 160 millones de euros en España.

En fin, que somos no laicos y encima tontos, porque indirectamente yo lo pago.