martes, 22 de mayo de 2012

Aunque todos mientan...

 “Aunque todo el mundo mintiera seguiría siendo verdad que no se debe de mentir”. Esta fue una de las argumentaciones que expuso Kant para fundamentar su ética formal. No es de esperar que la derecha española, que se rige como todas por una moral utilitaria –más que utilitarista- se tomara demasiado al pie de la letra el razonamiento kantiano. Pero tampoco estaría de más que alguna vez dejaran de mentir, o de no decir la verdad que para el caso viene a ser lo mismo. Es cierto que es difícil dejar de lado una costumbre arraigada en el ideario colectivo de un grupo durante muchos años, y el uso de echar la culpa a otros, desviar la atención, declinar las responsabilidades o sencillamente faltar a la verdad es algo que los políticos del PP y sus seguidores mamaron desde pequeñitos, aprendiéndolo de sus mentores franquistas. Pero lega un momento en que cansa tanto insulto a la inteligencia.
 Y es que no es la primera vez –dejando de lado, que no olvidando, los años de la dictadura- que los dirigentes del PP mienten al pueblo y llevan al país al borde de la catástrofe. Y no me estoy refiriendo a que cumplan o no cumplan su programa electoral, porque cualquiera que tenga un mínimo sentido de la realidad debería de haber sabido en su momento lo que estos señores iban a hacer en cuanto llegaran al poder. Estoy hablando de la sorpresiva –para algunos- noticia de que el déficit de Madrid y Valencia estaba falseado y es mucho mayor del que en un principio se dijo. Yo lo siento, pero este caso no deja de recordarme a aquél otro en el cual el señor Acebes, entonces Ministro del Interior del gobierno del Señor Aznar se empeñaba en hacernos creer –él y sus medios afines- que los autores de los atentados del 11-M eran miembros de ETA, cuando todo el mundo sospechaba –y él seguramente sabía- que eran obra de fanáticos islámicos. Y aunque en este caso no haya 193 muertos por medio, si que hay un 23% por ciento de menores que viven en la pobreza, algo tan catastrófico como lo primero. Ahora, como entonces, sólo los muy ciegos pueden creer lo que dice el Gobierno. En un principio el déficit era culpa de gobierno socialista. Después tenía que ver con las Comunidades Autónomas, pero sólo las que no estaban gobernadas por el PP (léase Cataluña o Andalucía). Más tarde se nos dice que el mayor peso en el exceso de deuda recae en las comunidades populares, pero por ese entonces se confía en que ya se hayan olvidado las afirmaciones anteriores. Ahora resulta que la Comunidad de Madrid duplica el déficit anunciado, lo que se comunica un mes después de que el Gobierno tuviera noticia de ello y con nocturnidad y alevosía. Algo que la dirección del PP debía saber hace mucho tiempo, antes incluso de esas elecciones en las que se nos pedía optar a lo malo o a lo peor, con lo que uno llega a pensar que a lo mejor el señor Zapatero nos engañaba porque le estaban engañando previamente a él. Y como boche de oro  el señor Martínez Pujalte dice en el Congreso que esa desviación no es tan grave –cuatro mil millones más de recortes no son graves para este señor, este es el jaez de estos individuos- y que más que por malicia, es producto de la ignorancia. Bonita manera de arreglar las cosas. El que actúa por malicia al menos sabe que es lo que está bien y es consciente de que lo que hace no lo está. Pero el que se mueve por ignorancia está convencido de que lleva razón, de que las cosas son como él piensa y no está dispuesto a bajarse del burro. Como nos decía Kant al principio, aunque todos mientan seguirá siendo verdad que no se debe de mentir.

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