viernes, 6 de diciembre de 2013

Conocimiento / y 2

 Como quedó apuntado en el artículo anterior, si bien en líneas generales se puede considerar que el conocimiento científico hace referencia a una realidad objetiva y, por lo tanto, es posible concederle una cierta objetividad –por mucho que ésta sea objeto de debate- no ocurre lo mismo en el ámbito de la ciencia social. La realidad propiamente humana no es la Naturaleza, el ser humano no es un ser natural –al menos no más allá de lo que le constituye como animal- y todo lo que le define como tal ser humano es un producto cultural y, por lo tanto, social. Ahora bien, si hay una realidad poco objetiva esa es la realidad social, ya sea ésta histórica, económica o política. Y no nos estamos refiriendo tan sólo a que la realidad social es una construcción humana –aunque, en un sentido estricto, posiblemente esta sola característica: que la sociedad, o la historia o la política sean obra de un sujeto o de un grupo de sujetos sería suficiente para negar la objetividad de la realidad  y concederle, a lo sumo, una cierta intersubjetividad- puesto que no negamos que las construcciones humanas cobren una importancia independiente de su creador y se transformen así en objetivas. Nos estamos refiriendo al hecho de que toda realidad social, en tanto que es social, es conocida de forma diferente por los sujetos. Por ello el conocimiento de la realidad es subjetivo, o intersubjetivo cuando los diferentes conocimientos subjetivos interactúan unos con otros, pero no objetivo. Si el conocimiento de la realidad social fuera objetivo, si todos conociéramos lo mismo cuando entramos en contacto con ella, hace tiempo que viviríamos en una sociedad ideal. La objeción fácil a esta afirmación consiste en aducir que aquéllos que no tienen un determinado conocimiento de la realidad social –aquél que es conocimiento de una realidad social objetiva- están equivocados. Lo que debería explicar esta concepción es cómo es posible hablar de una realidad objetiva, independiente de los sujetos, si el único acceso que tenemos a ella es el conocimiento o, lo que viene a ser lo mismo, qué fundamentos existen para que un sujeto o un grupo de sujetos afirmen que la realidad social a la que ellos acceden  -que ellos conocen- es la realidad objetiva y, por lo tanto, son ellos los que están en lo cierto y los demás los que están equivocados. Se da por supuesto que su conocimiento es objetivo y por eso aprehende una realidad objetiva. Pero si esa realidad es objetiva es precisamente porque también se supone que es conocida por un conocimiento objetivo o no ideológico.
 Si realmente existieran unas condiciones sociales objetivas, independientes de las conciencias de los sujetos -que en este sentido siempre son ideológicas, es decir, siempre están determinadas por una concepción de la realidad-, el capitalismo no hubiera sobrevivido a esta crisis –ni a ninguna- cosa que va a hacer y posiblemente reforzado. Es posible pensar que se debe a que los individuos no tiene un conocimiento objetivo de la realidad, pero también es posible pensar que esa realidad no es la misma para todos, y cada uno conoce la realidad que conforma su entorno. El conocimiento es poder. Y lo es, entre otras cosas, porque puede dar forma a una realidad objetiva o, más bien, puede hacer pasar por objetiva una realidad que no lo es ni nunca lo será y, en este sentido, imponerla al grupo social. Un conocimiento que se hace pasar por objetivo puede descalificar cualquier posición que no coincida con él tachándola de falsa o ideológica. Y aquí radica el afán de objetividad del mismo.

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