lunes, 15 de junio de 2015

Respeto y Ridículo




  Parece ser que lo único respetable son las creencias religiosas. O al menos es por lo único que se exige respeto. Quizás sea porque la incapacidad de demostrar su verdad –y una cierta mala conciencia del creyente, que sabe que no puede demostrar su verdad- deje la exigencia de respeto como la única salida posible de aquello que no tiene ninguna base intelectual o racional. Es curioso como una superstición -léase creencia religiosa- debe ser respetable, se exige su respetabilidad aun cuando no resulta determinable su verdad, y no se exige el mismo respeto por las verdades científicas. El creyente puede despreciar tranquilamente la verdad científica cuando no encaja con su creencia, pero exige respeto por su creencia cuando no encaja con la verdad científica. Con lo que el propio creyente se desenmascara. Aquello que es comprobable no necesita ser respetado, precisamente porque es comprobable. Solo puede exigir respetabilidad aquello que no puede comprobar. En ese caso tan respetable es creer que alguien ha muerto y resucitado como creer en hombrecitos minúsculos habitando en el interior de las paredes , tan respetable es creer en un ser superior que lo ha creado todo como creer en una serpiente emplumada que rige nuestros destinos. O como creer que la Tierra es plana. En realidad, cualquier cosa puede ser creída pero no cualquier cosa puede ser sabida. Puesto a respetar podríamos exigir respeto por todo, hasta por la más suprema estupidez, siempre y cuando tuviera el estatus de creencia religiosa. Por todo, excepto por las verdades científicas, aquellas que cualquiera puede declarar tranquilamente como falsas desde sus respetables creencias.
  Y es que, como se ha repetido hasta la saciedad, lo respetable no son las creencias, sino las personas. La insistencia en el respeto a las creencias religiosas no deja de ser una especie de mecanismo de defensa psicológica de aquel que considera que no aceptar su creencia significa no aceptarle a él, porque psicológicamente él mismo se ha anulado y se ha identificado con su creencia. Confunde el ámbito de lo privado con el ámbito de lo público, que es lo que tiende a hacer la religión. Yo no creo que la Tierra sea redonda o que exista la evolución: lo se. El ámbito del conocimiento es público –y no puede ser de otra manera si quiere ser conocimiento-, está abierto a todos, mientas que él ámbito de la fe, de la creencia, es privado. De ahí, tal vez, la exigencia de respeto. La desnudez, los sentimientos, cuando salen del campo de lo privado y se muestran públicamente resultan ridículo. O son arte. El arte es la superación de lo ridículo en la exposición pública de lo privado. Las creencias privadas, la religión, cuando se exponen públicamente resultan igualmente ridículas. A no ser que sean arte. Pero el arte religioso primero es arte y después religioso de la misma forma que la desnudez que se transforma en arte es primero arte y después desnudez. Una persona orando en público es ridícula, si el resto del público no ora, lógicamente. En un templo lo que prima es el campo privado de la religión, de la misma forma que una procesión pública es ridícula, además de una manifestación –pública- de la superstición. De ahí la necesidad de exigir respeto, de exigir a los demás que no se rían del ridículo. Y de ahí también la confusión interesada, la necesidad de confundir la ciencia con la creencia, lo público con lo privado: la conciencia del ridículo o, más bien, la necesidad de superar esa conciencia del ridículo negando a lo público, al conocimiento, a la ciencia, su propia posición. No respetándola.

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