viernes, 1 de marzo de 2024

Gañanismo

 Una vez descartado definitivamente que la ideología del Gobierno y del partido que lo sostiene sea el socialismo ni nada parecido, se pueden establecer hipótesis varias con vistas a averiguar sobre qué ideas se sustenta el susodicho gobierno y el susodicho partido. Algunos, probablemente para hacer coincidir las siglas del grupo político con su idea, han denominado a la ideología subyacente de la que hablamos “sanchismo”, que vendría a ser algo así como que el único interés que mueve al señor Sánchez Pérez-Castejón, tanto como presidente del Gobierno como jefe del partido es el propio señor Sánchez Pérez-Castejón. Siendo esta hipótesis bastante adecuada, yo quisiera sugerir otra, y así denominar a la teoría política que nos gobierna "gañanismo". Tampoco iríamos muy desencaminados, pues si bien la definición tradicional de “gañán” fue la de mozo de labranza, según nos indica el diccionario de la RAE, Patricio Celdrán, en el “Gran Libro de los Insultos” define “gañán” como “hombre hosco y primitivo que no solo carece de modales sino que le importan poco”. Habida cuenta de que un hombre hosco y primitivo suele ser un hombre sin estudios, y que, normalmente, los modales vienen dados con la formación -aunque no la viceversa- podemos hacer un repaso a las principales autoridades del país y ver hasta qué punto se ajustan a esta definición.

Para empezar, debemos tener en cuenta que el gañanismo no empezó con este gobierno. Viene ya de antiguo. No sé si recuerdan a un ministro de los gobiernos del señor Zapatero llamado Pepiño Blanco que presumía de no tener ningún tipo de estudios. No puedo asegurar que eso sea cierto, pero desde luego formas sí que no tenía. Pero dejando aparte a este precursor ilustre de lo gañán, los últimos acontecimientos ocurridos en este país nos han mostrado bien a las claras el gañanismo reinante. Porque si hay dos sujetos que encajen a la perfección en la definición de gañán antes citada, esos  son sin duda alguna Koldo García y el exministro Ábalos. Eran tan gañanes que en vez de reunirse en un salón privado lo hacían en una marisquería, para ponerse hasta el culo de nécoras y percebes, supongo. Pero, aunque ahora mismo estos dos sujetos son los gañanes más visibles, no son por supuesto los únicos. Ahí tenemos al ínclito señor Santos Cerdán, la tercera autoridad del PGOE (Partido de Gañanes Obrero Español) quien está negociando el futuro de España en Suiza con su grado medio de FP y que no en vano era amigo de los sujetos antes citados y también se reunía en la marisquería a afilar el diente. Pero cuidado: puesto que el PGOE es adalid de la igualdad y del feminismo no hay solo gañanes, sino también gañanas. Para muestra, la señora Montero, segunda en el gobierno y en el partido y ministra nada menos que de Hacienda, que aún no ha aprendido a hablar castellano, eso sí, se permite el lujo de reírse de la pronunciación de los demás. Y que me dicen de la que es ni más ni menos que la tercera autoridad del Estado, la señora Armengol, una payesa donde las haya, que el día que fue recibida por el rey llevaba en los pies salgo que aún no he podido determinar si eran unas deportivas o una sandalias de playa. Y que, cómo no, también está pringada con el señor Koldo. Claro que todos estos gañanes y gañanas solo podrían estar donde están si no fuera porque están a la sombra del gran gañán supremo, el señor Sánchez Pérez-Castejón, que no se recata en reírse a carcajadas de sus adversarios políticos, o de ausentarse del parlamento cuando no le gusta lo que oye, o de coger el avión oficial cuando le da la gana, o de copiar su tesis doctoral, o de llevar unos trajes que le sientan fatal.

Claro que para gañanes el señor Otegi, el señor Junqueras, el señor Rufián o el mismísimo señor Pico de Monte y sus ternos negros de hace un siglo. Dios los cría y ellos se juntan, cerrando así el círculo del gañanismo que nos invade.


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