viernes, 8 de marzo de 2024

Red global y responsabilidad individual

 He leído no hace mucho que algunas sociedades primitivas personificaban las cosas, de tal manera que podían ser castigadas, e incluso sacrificadas, amén de adoradas que es algo obvio. Aunque parezca mentira, incluso en el ejército español, al menos, ocurre eso, y así uno puede ver como se arresta a un fusil o a un par de botas. Esta personificación de las cosas viene muy bien, y de hecho es lo que suele estar en su raíz, para eludir la responsabilidad individual en algunas acciones. Hemos asistido estas semanas a dos hechos luctuosos que tienen que ver con violaciones y abusos sexuales y que están relacionados porque en ambos aparecen por medio las dichosas redes sociales, que el otro día escuché a Joaquín Leguina calificarlas como un pozo infecto.

Les sonará porque ha  salido en los periódicos, en los telediarios y en esos programas de la mañana que supuestamente son informativos pero que en realidad solo buscan el morbo y la carnaza, que una pareja de no sé muy bien cómo calificarlos -¿imbéciles?, ¿descerebrados?, ¿energúmenos?- que se autodenominan “Petaz Zetaz” o algo así, que por cierto eran una golosinas que tomaba yo cuando era pequeño, y que resultan ser unos tipos que tienen bastantes seguidores en algunas redes sociales, lo que se suele denominar “influencer”, que es lo que quieren ser todos los adolescentes de hoy en día dejando el estudio, el trabajo y el esfuerzo para otros, han sido detenidos y están siendo investigados por abusos sexuales y violación a varias niñas menores de edad. No voy a negar -Dios me libre- la gravedad de los hechos cometidos por estos sujetos, pero sí que me pregunto qué hacían unas niñas de quince años, metiéndose en casa de unos tipos a los que no conocen de nada -y a los que no hay más que ver las pintas para darse cuenta de que son muy poco de fiar- y qué hacían los padres y las madres de estas niñas cuando éstas se metían en casa de estos individuos. Parece ser que las niñas estaban tan felices porque estos dos influencers con tantas visitas las habían invitado a su casa a fotografiarse con ellos, y estarían pensando, más que en lo que le podía pasar y al final les pasó, en la cantidad de seguidores que iban a tener cuando publicaran sus fotos con los susodichos sujetos. Lo que estuvieran pensando sus padres reitero que no lo se. Lo que sí que sé es que el debate que se ha abierto es sobre la responsabilidad de internet en este asunto y otros parecidos, sobre lo malas que son la redes sociales y en cómo se podría evitar algo así, pero nadie se ha pasado a pensar en la responsabilidad de las niñas y de sus familias. De las niñas insisto, por meterse en casa de unos desconocidos y de sus padres, no ya solo por no decirles que no vayan con desconocidos, sino por no fiscalizar lo que ven o dejan de ver en Internet o, más allá, por permitirles acceder a esas redes sociales, que, si todo el mundo piensa que son tan malas, deberían estar más vigiladas. Todas sociedad exige normas y una red social, si es social y no solo red, también.

El segundo caso hace referencia a otra influencer y su marido que andaban viajando por el norte de la India y han sido víctimas de una agresión en la cual a él le han golpeado y a ella la han violado siete hombres. Esa región, por cierto, es una región donde se suelen practicar este tipo de violaciones grupales. El caso, así contado es tremendo. Lo que ya empieza a ser algo sospechoso, es que desde el momento en que ocurrió, esta influencer y su esposo se han dedicado a explotar el caso en sus cuentas de redes sociales. Yo creo que a una persona a la que acaban de violar lo que menos le apetece es salir contándolo por internet, pero en este caso su número de seguidores -y el beneficio económico que eso implica, no lo olvidemos- está subiendo como la espuma. Así que yo ya me siento autorizado pensar si no habrán hecho como en la película aquella de “Holocausto Caníbal” donde unos tipos van a grabar a una tribu de caníbales y como estos resultan ser pacíficos, o no tener hambre, los provocan hasta que se los zampan a todos.  Está mal robar, pero si dejas el coche con las puertas abiertas en medio de la calle, pues algo de responsabilidad tienes en que te lo roben. Vamos, digo yo.


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