¡Qué razón tiene el señor Carrillo cuando dice que no se puede juzgar a los muertos!. Y cuánta más razón tendría si hubiera hecho lo que debía hace treinta años y no tuviera ahora que venir un juez a solucionar un problema que lleva enquistado desde entonces, mal que le pese al señor Rajoy. Es posible que el juez Garzón sólo quiera hacerse famoso, que sea un juez de pantalla de televisión, pero lo que es indudable es que su iniciativa tenía que llevarse a cabo tarde o temprano y, como muy bien nos recuerda el señor Carrillo cada vez que tiene ocasión, en el año 78 de lo que se trataba era de ser comunista y la estrategia comunista consiste en saber leer la situación y aprovechar las ocasiones. La cuestión es que para el señor Carrillo en 1978 era demasiado pronto para llevar a a cabo acciones contra los asesinos del régimen que aún quedaban vivos y ahora, que ya están todos muertos es demasiado tarde. ¿Y qué ha hecho el señor Carrillo y toda la izquierda española durante ese interregno de treinta años con respecto a este tema?. Nada, absolutamente nada, con lo que criticar ahora la iniciativa de Garzón, cuando durante durante todo este tiempo se ha mirado para otro lado y se han eludido constantemente las responsabilidades resulta cuando menos algo cínico. Nadie duda de la actuación impecablemente responsable de Santiago Carrillo, el PCE y toda la izquierda en general permitiendo una transición pacífica de la dictadura a la democracia. Pero creo que tampoco ya nadie duda a esta alturas de la grave irresponsabilidad que supuso y supone no pedir en ningún momento cuentas por los crímenes del franquismo. Porque los luchadores de la libertad no están sólo sentados en los escaños de los parlamentos, como parece que nos quieren hacer creer. Los luchadores por la libertad fueron muchos y anónimos que vieron traicionadas sus esperanzas, si no de libertad, si de justicia. Y cómo ejemplo un botón: habría que explicar en qué país civilizado un ministro de una dictadura fascista ha ocupado un alto cargo en la democracia durante casi treinta años.
Tal vez el señor Carrillo no quiere que se recuerde su pasado estalinista o no quiere que salgan a la luz los fusilamientos de Paracuellos. Pero puede estar tranquilo a ese respecto. No conozco a ningún comunista que no fuera estalinista en el año 36 y es un tema repetido hasta la saciedad la diferencia que existe entre una represión desorganizada, fruto de la actuación particular de elementos incontrolados y el exterminio sistemático del enemigo político, la estrategia calculada y planificada del Terror como arma política. Y quien quiera conocer esto con más detalle no hace falta que se vaya a lejanas montañas ni a oscuras bibliotecas. Las cartas de Mola, las declaraciones de Franco o los decretos de Queipo de Llano están bien cerquita, al alcance de cualquiera que los quiera leer. Pretender seguir confundiendo, como parece que hace el señor Carrillo cuando dice que a Garzón le puede salir el tiro por la culata, una cosa con otra es, o ser un ignorante o actuar de mala fe. De lo que si tendría que dar explicaciones don Santiago Carrillo es de porqué la cúpula de PCE en Francia, dirigida por él, abandonó a su suerte en España a los hombres del XIV Cuerpo de Ejército Guerrillero que participaron en las invasiones pirenaícas o de porqué hasta hoy el Partido Comunista no ha hecho un homenaje mínimamente decente a estos guerrilleros que, ellos sí, dieron su vida por la libertad, y siguen siendo considerados por muchos como forajidos. Porque esto también es memoria histórica.
Tal vez el señor Carrillo no quiere que se recuerde su pasado estalinista o no quiere que salgan a la luz los fusilamientos de Paracuellos. Pero puede estar tranquilo a ese respecto. No conozco a ningún comunista que no fuera estalinista en el año 36 y es un tema repetido hasta la saciedad la diferencia que existe entre una represión desorganizada, fruto de la actuación particular de elementos incontrolados y el exterminio sistemático del enemigo político, la estrategia calculada y planificada del Terror como arma política. Y quien quiera conocer esto con más detalle no hace falta que se vaya a lejanas montañas ni a oscuras bibliotecas. Las cartas de Mola, las declaraciones de Franco o los decretos de Queipo de Llano están bien cerquita, al alcance de cualquiera que los quiera leer. Pretender seguir confundiendo, como parece que hace el señor Carrillo cuando dice que a Garzón le puede salir el tiro por la culata, una cosa con otra es, o ser un ignorante o actuar de mala fe. De lo que si tendría que dar explicaciones don Santiago Carrillo es de porqué la cúpula de PCE en Francia, dirigida por él, abandonó a su suerte en España a los hombres del XIV Cuerpo de Ejército Guerrillero que participaron en las invasiones pirenaícas o de porqué hasta hoy el Partido Comunista no ha hecho un homenaje mínimamente decente a estos guerrilleros que, ellos sí, dieron su vida por la libertad, y siguen siendo considerados por muchos como forajidos. Porque esto también es memoria histórica.
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