martes, 4 de febrero de 2020

Virtudes


En el artículo anterior decíamos que la virtud es aquello que hace que algo sea bueno, y acabábamos considerando el hecho de que, para determinar qué es lo que hace que algo sea bueno, es necesario primero establecer primero qué es ese algo a lo que queremos añadirle la nota de la bondad. Porque no es lo mismo un martillo que un caballo y, por ende, no puede ser lo mismo lo que los hace buenos a ambos.
            El problema que nos encontramos en este momento es fijar qué es lo que hace que algo sea lo que es, porque solo sabiendo esto podremos predicar del algo en cuestión las notas las notas que nos ayuden a estipular qué es lo que lo hace bueno. Y, ante este problema, se presenta un nuevo problema de una entidad aún mayor. Porque de algo que es podemos afirmar que es, simplemente, como dirían los antiguos griegos, y desde este punto de vista todas las cosas serían iguales, pues todas existen -si no existieran no serían cosas-. Ahora bien, si todas las cosas son iguales porque existen entonces la virtud sería la misma para todas. Virtud sería lo que hace que algo sea bueno como existente y, en este sentido, la virtud de un martillo y la virtud de un caballo serían la misma, puesto que ambos existen.
            Pero tampoco hace falta ser tan extremo. Podemos considerar, no que todas las cosas que existen son iguales en tanto que existen, sino que todas las cosas que poseen las misma características, la misma definición, son iguales, y por lo tanto que poseen todas la misma virtud. Así todos los caballos serían iguales y su virtud sería la misma para todos, y lo mismo ocurriría con los martillos. Estaríamos, entonces, en lo que definíamos como virtud en el escrito anterior y en el comienzo de éste: virtud es lo que hace que algo sea bueno. Así, todos los caballos serían buenos caballos por lo mismo, de la misma manera que lo que hace que un martillo sea bueno sería lo mismo que hace bueno a otro martillo.
            Ahora bien, si nos fijamos un poco nos daremos cuenta de que no todos los individuos de una misma especie, ya sean martillos ya sean caballos, son iguales. Hay caballos de carreras, caballos de tiro y caballos de batalla, de la misma manera que hay martillos para clavar clavos y martillos para tirar paredes. Parece, por lo tanto que la virtud del caballo no es la misma para todos los caballos, y así, no sería la misma la virtud que hace bueno a un caballo de tiro que la que hace bueno a un caballo de carreras, de la misma manera que no es la misma la virtud de un martillo para clavar clavos que la virtud de un martillo para romper cabezas.
            Entiendo que se han dado cuenta todos de por donde quiero ir y que no es necesario que siga desmenuzando aún más las especies. En última instancia, todos los individuos de una misma especie son diferentes y, por lo tanto, lo que les hace buenos también es diferente. De esta forma la virtud sería propia de cada uno de los individuos y lo que hace bueno al individuo A no es lo mismo que hace bueno al individuo B. Hemos pasado así, de considerar una virtud general para todas las cosas que existen a una virtud particular para cada una de ellas y, aun teniendo claro que la virtud es lo que hace que algo sea bueno, no tenemos claro, sin embargo, qué es lo que es la virtud propia de cada cosa. Porque lo que si está claro es que la virtud no puede estar flotando en el vacío. Si es lo que hace que algo sea bueno necesariamente habrá de estar relacionada, unida con ese algo, ya se considere a ese algo como formando parte de la totalidad de las cosas que existen, ya se le considera como un individuo particular. Y es que reflexionando sobre la virtud nos hemos dado de narices con otro problema, que es el problema de las esencias. Pero ese problema lo investigaremos otro día.

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