martes, 23 de septiembre de 2008

A quién beneficia la crisis

Las crisis, como el fuego, tienen la ventaja de ser purificadoras y ésta que atravesamos –o no- está resultando especialmente purificadora a nivel intelectual y está poniendo a cada uno en su sitio. Purificadora intelectualmente porque ha demostrado que todas las ideas sobre las que se ha edificado el pensamiento neoliberal o “neocon” han resultado ser falsas, y yo diría incluso que las ideas económicas –que no morales o políticas- del liberalismo tradicional también han resultado tocadas. Ahora parece bastante claro que el mercado ni se autorregula ni es capaz de autorregularse sin la intervención del Estado. El mercado es una entidad entrópica que dejada libre camina hacia su autodestrucción, precisamente porque su propia dinámica hace que se devore a sí mismo y que su entropía crezca hasta alcanzar una masa crítica, que es lo que ha ocurrido en estos días. Lo que resulta especialmente clarificador es que sea el Estado el que tiene que acudir el ayuda del sistema económico cuando este sistema se fundamenta sobra la idea de la no intervención estatal. Lo que demuestra que si el sistema funciona –cuando funciona- es porque el estado está siempre vigilante y dispuesto a sacarlo a flote cuando se hunde, así que las doctrinas liberales o son falsas o son ingenuas y el sistema liberal no duda en convertirse en socialista cuando las cosas le vienen mal dadas.
Por otra parte la crisis ha puesto a cada uno en su sitio. A los empresarios que reclaman la ayuda del estado –la CEOE ha llegado a decir que hay que hacer un paréntesis en la economía de mercado-, a los políticos que acusan a otros dirigentes de dictadores por intervenir en la economía y no dudan en hacer lo mismo cuando su sistema capitalista hace aguas y a todos los voceros mediáticos e intelectuales que ahora aplauden lo que ha hecho el gobierno de EE.UU. cuando criticaban lo mismo cuando quien lo hacía era el gobierno de Bolivia o de Ecuador, y que disfrazan con eufemismos como “rescate” lo que es una nacionalización en toda regla. Con la diferencia importante de que cuando esos bancos y esas empresas estén saneadas a costa del dinero de los contribuyentes –se habla de quinientos mil millones de euros en EE.UU. y la UE está planeando hacer lo mismo- serán entregadas de nuevo a sus antiguos dueños o a otros parecidos que volverán a obtener beneficio de ellas hasta la próxima crisis.
De todas formas creo que lo que mejor resume esta situación es la viñeta de El Roto que aparece hoy en El País: “Si nada ganábamos cuando se forraban, ¿por qué hemos de perder cuando se la pegan?”.

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