viernes, 3 de octubre de 2008

Sobre curas y jueces

Imagínese usted que de recién nacido su padre le hizo socio del Real Madrid, por poner un ejemplo. De pequeñito le hacía mucha ilusión ir a los partidos, ver a sus ídolos en el terreno de juego y luego comentar el partido con su progenitor. Pero un buen día se dio cuenta de que el fútbol era bastante aburrido, que está plagado de fanáticos y, no es que se hiciera de otro equipo, es que directamente cayó en la cuenta de que no le gustaba. Y lo que es más, de que nunca le había gustado, que había estado atrapado entre la buena voluntad de su padre y el engaño de los dirigentes del club. Así que decide pedir la baja como socio del Real Madrid. Pero resulta que el club se niega a dársela alegando requisitos no contemplados en la ley, por lo que usted se ve obligado a acudir a las instituciones del Estado encargadas de velar por sus derechos en este caso. Esas instituciones le dan la razón y obligan al Real Madrid a darle de baja, pero el equipo recurre ante el Tribunal Supremo y llega un juez y le da la razón, obligándole a ser socio del Real Madrid aunque a usted no le guste el fútbol y teniendo que pagar todos los años la cuota pertinente. ¿Qué le parece?. ¿Absurdo, no?. Lo más suave que se diría de ese juez es que cobra del Real Madrid.
Pues bien, cambie usted Real Madrid por Iglesia Católica y se encontrará ante un caso real, que acaba de producirse y del que nadie parece preocuparse. A usted le bautizan de pequeñito sin pedirle su consentimiento y desde entonces forma parte del grupo de socios de la Iglesia Católica. Si usted quiere apostatar (borrarse del club) el Arzobispado correspondiente le pedirá documentos no exigidos por la ley, por lo que tendrá que recurrir a la Agencia Española de Protección de Datos para que obligue a la Iglesia a borrar sus datos personales: Hasta ahora este era el procedimiento que se seguía pero ahora un juez el Tribunal Supremo ha dado la razón al arzobispado de Valencia y como consecuencia todas las resoluciones de la AEPD en las cuales se obligaba a la Iglesia a borrar los datos personales de quienes así lo solicitaban quedarán anuladas. Es decir, que a partir de ahora todos seremos católicos, queramos o no queramos, porque un juez lo ha decidido así. Y digo yo ¿quién es un juez, quién se cree que es para decidir por mí es una cuestión tan personal como pertenecer a una congregación religiosa o a un equipo de fútbol?. ¿Quién es un juez para negarme mis derechos fundamentales como ciudadano?. ¿Quién se piensa que es un juez para decirme lo que tengo que creer?. Y sobre todo, ¿porqué nadie sanciona a ese juez?. Porque hasta cierto punto se puede entender que la Iglesia se vea obligada a mantener el número de afiliados para que el Estado no le retire las subvenciones (astronómicas) que le da- Pero, ¿qué gana el juez?. Si atendemos a que la apertura del nuevo Consejo del Poder Judicial se ha festejado con una misa solemne con asistencia del mismísimo Monseñor Rouco Varela empezaremos a entender por dónde van los tiro. Pero el Gobierno sigue empeñado en dorarle la píldora a los obispos, soportando sus insultos y llenándoles el bolsillo como nadie, ni los gobiernos del PP, han hecho hasta ahora. Así que a fastidiarse. Todos a misa, de frente, marchen!

2 comentarios:

Oscar Anta dijo...

Llego de rebote a tú blog, y me encuentro con esta entrada, me acabas de enganchar para leer todo lo demás... con tu permiso pongo un enlace de ella en mi blog, sigue así.

Emilio Garoz dijo...

Pues muchas gracias y tienes mi permiso. De todas formas lo que escribo no es nada del otro mundo. Yo pienso que es de puro sentido común