lunes, 28 de marzo de 2011

¡A por el petróleo!

 Si no he entendido mal, cosa que no sería de extrañar porque la cuestión es bastante abstrusa, la situación actual de Libia es la siguiente. Por un lado está el ejército de Gadafi masacrando a unos rebeldes que reclaman democracia para su país, como han hecho en Egipto y en Túnez, y como también están haciendo en Arabia Saudí, Bahrein o Marruecos, donde los tiranos también están matando ciudadanos, incluso apoyándose entre ellos, pero ahí por lo que se ve no conviene meterse. Por otro lado, Francia decide enviar a sus aviones a bombardear todo lo que se mueve, amparándose en un resolución de la ONU que lo único que resuelve es crear una zona de exclusión aérea. Es evidente que Francia tiene importantes intereses comerciales en el Magreb y ansía controlar los recursos libios. El Reino Unido, que teme que Francia se le pueda adelantar en la carrera, decide enviar también sus tropas. EE.UU., que no pierde oportunidad de ganar un centavo, no le va a la zaga, porque conocen muy bien eso de que “a río revuelto ganancia de pescadores”. España, que ve como están las cosas y tiene que defender los intereses de Repsol, envía también unos cuantos aviones e Italia, que gracias a sus buenas relaciones con el dictador está –o estaba- a la cabeza de la lista de beneficiarios de la riqueza del país, al principio presta sus bases como rampas de lanzamiento de los cazas de la coalición, pero como ve que al final los demás se lo van a llevar todo, se echa para atrás y dice que, o lo manda la OTAN, o ellos no dejan sus bases a nadie, no vaya a ser que se queden sin su trozo de pastel petrolífero. Lo único que no encaja muy bien es qué pintan en todo este lío Dinamarca y Noruega, a no ser que realmente piensen que van allí a luchar por la democracia y la libertad de la población. Más o menos lo que debió pensar la Liga Árabe cuando pidió ayuda a las potencias occidentales para proteger a los ciudadanos libios, y que ahora solicita que dejen de prestar esa ayuda, porque una cosa es llevar la democracia al país y otra muy distinta que no haya país donde levar la democracia, que a este paso es lo que va a pasar. Hay que ser muy corto de vista para no darse cuenta de que a las potencias que están bombardeando Libia la libertad, le democracia y la vida del pueblo libio les traen sin cuidado. Lo que les interesa de verdad es el control de los pozos petrolíferos y los depósitos de gas, por eso no tuvieron ningún reparo a apoyar a Gadafi cuando éste podía proporcionárselos. Ese Gadafi que era muy malo allá por los años ochenta, que de pronto se volvió muy bueno cuando negoció con las compañías energéticas occidentales y que otra vez, lo que son las cosas, vuelve a ser muy malo.
 Y es que lo que está pasando en Libia sería cómico si no fuera por lo trágico. Por un lado el presidente Obama dice ahora que no pretenden arrebatar el poder al líder libio. La verdad es que si no es eso lo que pretende no se explica que apoye a unas fuerzas rebeldes cuyo primer objetivo es ese: quitarle el poder a Gadafi. Así que u Obama se entera menos que yo, o tiene un cacao formidable en la cabeza.
 Por otro lado, al principio los rebeldes no querían ayuda extranjera y ahora resulta que sí que la quieren. Gracias a nuestra Ministra de Asuntos Exteriores –que tampoco lo tiene muy claro- nos hemos enterado de que España mantuvo reuniones secretas con los líderes de los sublevados. Si las mantuvo España es más que probable que antes que ella lo hicieran Francia, el Reino Unido y EE.UU., que al fin y al cabo pintan bastante más que España en el concierto internacional. Si fue después de estas reuniones cuando los rebeldes cambiaron de opinión, que a nadie le quepa duda de que lo que realmente se negoció fue el reparto del petróleo.
 Y por último, todo el mundo habla de los rebeldes, de sus líderes y representantes, pero nadie sabe quién son, ni sus nombres, ni sus cargos, ni nada de nada. La mejor manera de obviar a una persona y dejarla de lado es no preocuparse por saber quién es o como se llama. Eso demuestra qué es lo que les espera a los libios después de todo esto: gane quien gane no es precisamente la democracia lo que se va a conseguir, sino un yugo nuevo y una expoliación a una escala mucho mayor que la actual. En suma, que lo que se acaba sacando en claro es que todo empezó porque alguien, en alguna oficina, gritó ¡a por el petróleo!.

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