miércoles, 25 de julio de 2012

Prima de Riesgo y racionalidad

 En estos días en que estamos tan cerca de la celebración de los Juegos Olímpicos, una mala noticia ha venido a enturbiar la exaltación de nuestro espíritu deportivo. Y es que la Prima de Riesgo está batiendo todos los récords, pese a los recortes –o las medidas de ajuste- que el Gobierno ha puesto en marcha. Todas las alarmas se han disparado –aunque los Juegos Olímpicos sigan siendo noticia de portada en todos los medios, así como el regreso a la actividad de las distintas escuadras de balompié- desarrollándose un ejemplo claro de irracionalidad dirigida.
 En primer lugar es observable una naturalización de la Prima de riesgo. Se tratan sus subidas como consecuencia de una Ley natural. La conclusión que se puede acabar sacando es que la susodicha Prima asciende porque es un elemento gaseoso, o desciende porque es un elemento pesado, sin que en esos vaivenes intervenga mano humana alguna, y que sólo responde a fuerzas gravitatorias. Esta mitificación de la Prima de Riesgo constituye la base irracional sobre la que se edifica todo el discurso posterior y los comportamientos subsiguientes. La Prima de Riesgo es un elemento artificial, creado por los humanos y controlado por éstos. Si sube o baja es gracias a la intervención humana y es la intervención humana la que le ha dado una importancia casi metafísica. En este caso, lo racional es detener su ascenso. Primero a nivel europeo –porque el problema de la crisis es europeo y sólo se puede solucionar desde Europa- a corto plazo, con una intervención del Banco Central Europeo, y a largo plazo, estableciendo una política fiscal y económica común, de tal manera que toda Europa se financie a la vez y la Prima deje de ser nacional para convertirse en Europea. Y segundo, a nivel español, negándose a pagar un interés desorbitado por la deuda –lo racional es no comprar algo que es demasiado caro o excede a nuestras posibilidades-, con una intervención del Banco de España o con una demostración de los bancos nacionales de su supuesto interés por sacar a España y a los españoles del agujero, comprando deuda a un interés mucho más bajo y forzando así a los especuladores a rebajar la presión.
 En lugar de esto lo que se ha hecho ha sido meter el miedo en el cuerpo a la ciudadanía, como si se acercara el fin del mundo, y dilatar sine die las soluciones políticas. Algo que sólo es explicable, o bien porque como ya se ha dicho la Prima de Riesgo sigue un curso natural independiente de la voluntad humana y, por lo tanto, cualquier intento de intervención resulta inútil, o bien porque exista una racionalidad subyacente a dicha irracionalidad. Como es muy difícil creer que todos los que ocupan puestos de poder sean estúpidos, la única explicación posible ha de ser la segunda. Se trata de utilizar la Prima de Riesgo y la crisis de la deuda como excusa para aplicar recortes salvajes de los derechos económicos y sociales de la ciudadanía. Se trata de convertir Europa –especialmente el sur de Europa- en un filón de mano de obra barata para las grandes empresas del norte, que no tendrían así que instalar sus factorías en países lejanos, ahorrando en costes de transporte, arancelarios y de todo tipo. Se trata de tener el Tercer Mundo en el jardín de atrás –algo que supieron hacer muy bien los Estados Unidos en América Latina-, una masa de trabajadores no cualificados y mal pagados que, además, consumirán sus productos. Se trata, en suma, de un comportamiento racional desde el punto de vista instrumental, pero irracional desde el punto de vista moral. Pero el mundo no se acabará por la Prima de Riesgo por mucho miedo irracional que se intente exportar y cuando al final todo esto pase –que pasará- nos daremos cuenta de que sólo con una buena racionalidad moral es posible luchar contra una mala racionalidad instrumental.

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