Dicen que la ignorancia es atrevida. Y
es atrevida sobre todo si la ignorancia es lo normal, en el sentido de que la
ignorancia es la norma, es decir, en el sentido en que la ignorancia es el
estado natural en el que se sitúan todos los individuos. Natural o más bien
forzado. En este sentido el ignorante no solo pretenderá poner su ignorancia al
nivel del conocimiento: intentará incluso que la ignorancia, su ignorancia,
esté por encima del conocimiento. Aquél que sabe probablemente nunca intente
callar al ignorante: intentará enseñarle. Aquel que ignora lo único que puede
pretender es hacer callar al que sabe, porque considera que no es más que un
anormal.
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