La sociedad virtual materializada en las
redes sociales tiene la peculiaridad de conjugar el narcisismo con el
anonimato. La exposición a la vida pública ve mutilada su finalidad con la
ocultación del nombre del sujeto, quizás por inseguridad en el propio yo,
quizás porque, como el niño pequeño que se esconde tras sus propias manos, se
piensa que ocultando el nombre se oculta la esencia. Pero la esencia del individuo
no es más que aquello que expone, la esencia del individuo no es más que su
vida. Y la exposición de la vida es la negación de la esencia.
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