viernes, 15 de abril de 2011

Sobre palabras y rebuznos

 Decía José Saramago que la libertad de expresión está supeditada a la libertad de pensamiento. No seré yo quien enmiende la plana al sabio portugués, pero creo que se quedó corto. Más bien diría que para hablar hay que pensar. Si uno no piensa, en vez de hablar lo que suelta son rebuznos, que es más o menos lo que le ha pasado al tal Salvador Sostres cuando ha escrito ese artículo, que ya se ha hecho tan famoso, en el que dice cosas tan profundamente reflexionadas como que está justificado que un tipo mate a su pareja porque al fin y al cabo ésta también le ha causado dolor al dejarle por otro.
 De todas formas, esto no debería sorprendernos. De un tiempo a esta parte ha aparecido una caterva de individuos que siguen la misma tónica de soltar rebuznos en vez de hablar, básicamente porque ninguno tiene un ápice de materia gris para pensar lo que dice. Así, nos encontramos desde sujetos que no pueden ocultar su afán de poder, aunque hay que reconocerles su habilidad política, como Pedro J. Ramírez, hasta resentidos como Federico Jiménez Losantos, farsantes como César Vidal o exterroristas como Pío Moa (quien, por cierto, todavía no ha pedido perdón a sus víctimas), todos ellos bien mezclados y agitados en una red de periódicos, emisoras de radio y canales de TDT los cuales no se sabe muy bien quién financia, aunque todo el mundo sabe quién protege.
 El artículo de marras que ha levantado tanta polémica no es más que el último eslabón de una larga cadena, la consecuencia necesaria de no haber sabido, o no haber querido, parar los pies a cierta ralea que, amparándose en la libertad de expresión, lo que ha creado es la trama civil y mediática de un golpe de Estado. Una cosa es criticar un sistema democrático que tiene fallas muy graves, y que si adolece de algo es precisamente de no ser democrático, y otra muy distinta atacar la legitimidad de la propia democracia, la elección de los gobernantes por parte de la ciudadanía. Uno no se explica cómo es posible que estos sujetos y otros como ellos se permitan una y otra vez poner en duda una sentencia judicial como la de los atentados del 11 de marzo de 2004 y continúen intoxicando a la población con teorías conspiratorias que no solamente no tienen ningún sentido, sino que además no se apoyan en ninguna prueba real excepto sus propias e interesadas elucubraciones mentales. Uno no se explica cómo pueden continuar haciendo mofa de las víctimas de esos atentados o intentando inculpar a los miembros de la policía que los investigaron sin que ningún Tribunal de este país les haga callar. Quizás sea porque esos Tribunales están demasiado ocupados en encausar a jueces que hacen su trabajo o en ilegalizar formaciones políticas.
 Cuando estos impresentables echan pestes, y otras cosas, sobre lo que despectivamente llaman “progresismo” que nadie se llame a engaño. No están lanzando sus dardos contra el falso progresismo de una socialdemocracia que ha traicionado sus ideales, sino contra el auténtico. Aquel que considera que el motor de toda acción política -y por lo tanto social- debe ser el progreso humano. No es de extrañar entonces que defiendan posturas propias de la Edad Media, que intenten reivindicar a un asesino de masas como Francisco Franco, volviéndonos a contar las mismas mentiras y falsificaciones que nos contaban en la escuela a los que ya tenemos más de cuarenta años, adoptando un fundamentalismo católico que no tiene nada que envidiar al islámico, llamando a la guerra santa contra ateos, librepensadores, judíos masones e inmigrantes y pensando (con los pies, que no con la cabeza) que la mujer debe estar en la cocina y con la pata quebrada y que si el hombre le da una paliza, la quema con gasolina o le asesta setenta puñaladas es porque algo habrá hecho: la maté porque era mía.
 Y es que algo no anda bien en un país donde el principal programa de discusión política es “La Noria”, donde intervienen tanto un Ministro o un miembro de la Oposición como Belén Esteban, y todos en pie de igualdad en cuanto a opiniones. Algo no anda bien cuando los debates parlamentarios son ignorados por los medios y las retransmisiones más seguidas son las futbolísticas. Durante mucho tiempo se ha estado abonando el terreno para que aparezcan hombres de las cavernas soltando rebuznos. Lo sorprendente entonces es que alguien se sorprenda

No hay comentarios: