Cada cual es libre de vivir su vida como
quiera, de hacer con ella lo que le venga en gana. Y esto significa tres cosas:
que no hay que decirle a nadie lo que debe hacer con su vida, no hay que dar
consejos, sobre todo si nadie los pide; que no hay que considerarse superior
moralmente a nadie por vivir de un u otra manera y que no hay que quejarse de
la vida que uno vive. Justo las tres cosas que no hacemos. Les decimos a los
demás lo que deben hacer, nos metemos en asuntos que no nos conciernen porque
la vida de cada cual es asunto exclusivamente suyo; nos consideramos moralmente
superiores a los demás porque no fumamos, no bebemos, no comemos carne,
reciclamos nuestros desperdicios, somos muy solidarios o votamos a la última tendencia
política. Y, sobre todo, nos quejamos de las decisiones libres que tomamos en
nuestra vida para no asumir sus consecuencias.
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