“La sonrisa de un país” es una
cursilada. Y además no es un lema político, es una declaración filosófica. Ya
no se trata de libertad, ni siquiera de justicia: se trata de la felicidad. Han
descubierto que la felicidad es objetiva y no depende de los sujetos
individuales –algo, que, por otra parte, ya había descubierto la religión hace
mucho- y han encontrado la manera de hacer feliz a todo el mundo, el elemento
científico, observable, que lleva a la felicidad –otro Dios-. Ellos nos
marcarán el camino porque saben lo que es bueno para nosotros. Así que a partir de ahora todo el mundo a ser
feliz por decreto. Y pobre de aquél que, con Kant, pregunte: “¿qué ocurre si no
quiero ser feliz?”
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