Dicen que cuando un dedo señala la luna
el necio mira el dedo. Y los demás necios le consideran inteligente, añadiría
yo. Más o menos lo que ocurre aquí: cada vez que un necio abre la boca,
obviamente para decir necedades, todos los demás necios, más necios que él,
hacen eco de sus palabras y las consideran el culmen de la sabiduría, la
esencia de la noticia política. En realidad ya no es posible discernir si lo
que se dice se hace con el objetivo de calcular la cantidad de estupideces que
pueden convertirse en noticia y que la población puede digerir o simplemente es
que no se tiene nada mejor, más inteligente, que decir.
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